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Novela «Sistema nervioso», de Lina Meruane: Los secretos de una interioridad astral

La radicalidad de la obra literaria en cuestión se manifiesta no solo a través de su desgarradora temática (cuyo protagonista es el cuerpo), y la cual nos dispara hacia el universo en su escenificación científica, sino que también por las estrategias que la voz narrativa despliega para involucrarnos en el deliberadamente opaco espacio dramático que rige sobre sus personajes.

Por Nicolás Poblete Pardo

Publicado el 5.11.2018

Sistema nervioso, de Lina Meruane (Santiago de Chile, 1970), es su entrega más desafiante hasta el momento. La novela ofrece un panorama desolador, con el cuerpo como protagonista (Meruane viene trabajando el cuerpo desde los inicios de su carrera, con, por ejemplo, Las infantas y, más evidentemente, con Sangre en el ojo, donde vemos el oscuro mundo de la ceguera como una opacidad que se extrapola a los escenarios por los que circula su protagonista). En Sistema, tenemos un cuerpo que actúa bajo la forma retórica de la sinécdoque (como vemos gracias a la designación de sus capítulos); en esta propuesta el foco se eleva para mirar los astros, los planetas, para comprender que somos una ínfima porción del universo, atrapados en cuerpos que nos engañan, nos boicotean, nos alarman y nos permiten cursar observaciones, denuncias, iluminaciones, a partir de los particulares saberes allegados a esos cuerpos.

La radicalidad de la novela se manifiesta no solo en su temática, que nos dispara hacia el espacio en su escenificación científica, sino que en la (s) estrategia (s) que la voz narrativa despliega para involucrarnos en el deliberadamente opaco universo que rige sobre sus personajes. A medida que vemos el deterioro de los cuerpos y sus diversas manifestaciones y somatizaciones, nos enteramos de un sinnúmero de datos e informaciones que nos permiten ver la localidad como una magra preocupación en la gran escala del cosmos. Acá vemos a un país que se queda a oscuras; dentro de él, a cuerpos poseídos por la luz, luego despojados de su luz. Los personajes son designados por sus roles sociales, de modo genérico: madre, padre, Él y Ella. Este recurso, más que transformarlos en recipientes distantes o irrelevantes, los potencia como roles arquetípicos. Las interacciones entre ellos, sus discusiones, preocupaciones, afectos, son de gran intensidad. Los mismos cuerpos se encargan de exigir, de gritar sus verdades. Pero, al mismo tiempo, ellos pueden ser cualquier universo, mínimo, o repetido. O ya extinto.

Los capítulos también funcionan con significaciones múltiples: “Estallido”, “Agujeros negros”, “Vía láctea”, “Polvo de estrellas”, “Gravedad” son tanto nociones astrales como predicamentos domésticos. Algunos pasajes son difíciles de leer por lo extremos que resultan en su abordaje corporal, a veces escatológico y hasta pornográfico, pero la conciencia del pulso narrativo no busca ningún tipo de complacencia. Acá, Meruane no intenta disolver el espeso líquido amniótico en el que nadamos mientras leemos. En realidad, la preocupación final es ser fiel a su propia voz narrativa, a su conciencia de proyecto que no pretende economizar o edulcorar sus imágenes. A continuación una escena que revela el idiosincrásico tono de la novela:

“Ella debía estar cómoda durante la encuesta, cómoda y relajada para las preguntas que le iba a hacer. Eran cuestiones muy sencillas, ya vería Ella. Y a partir de entonces la voz quiso saber cuántas horas a la semana dedicaba a las tareas, saber si el estudio le dejaba tiempo para el descanso, saber en qué se entretenía cuando estaba sola, sola consigo misma, en su pieza. Ese era un dato imprescindible, podía decirle la verdad porque sus respuestas serían anónimas. Ella pensó un momento antes de decir libros, que leía mucho, su papá le regalaba manuales de ciencia, de ciencia repitió despacio la voz con disimulada extrañeza, del cuerpo, del cielo, aclaró Ella, muy bien, respondió la voz, y de noche, siguió Ella, observaba el firmamento con el pequeño telescopio que le había regalado su madrina. Un telescopio, de noche, la voz estaba repitiendo como si tomara nota de sus respuestas. ¿Y no jugaba nunca? ¿Jugar?, preguntó Ella que ya no era tan chica. Jugar consigo misma, intimó la voz y agregó, como si estuviera aclarando una duda, juegos de persona grande. Ella no sabía si estaba entendiendo pero no se atrevió a insistir y la voz susurró en su oreja, ¿nunca se hacía caricias, Ella misma?, y Ella sintió que un calor le recorría la cara y dijo que no, un no confundido, sin seguridad de lo que significaba su negativa, tal vez había fracasado en la encuesta…”.

 

Nicolás Poblete Pardo es escritor, periodista y PhD en literatura hispanoamericana por la Washington University in St. Louis, Estados Unidos. En la actualidad ejerce como profesor titular de la Universidad Chileno-Británica de Cultura, y su última novela publicada es Concepciones (Editorial Furtiva, Santiago, 2017). Asímismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

La novela «Sistema nervioso» (Random House, Santiago, 2018), de Lina Meruane

 

 

 

Crédito de la imagen destacada: La escritora chilena Lina Meruana, por Mariana Garay.

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