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Obra «Cronología del olvido»: La trayectoria emocional de un asesinato

Este montaje dramático no solo problematiza en torno al femicidio, sino que también elabora una propuesta escénica cuyo eje articulador es la memoria y el trabajo de recuperación fragmentaria que realiza el personaje principal. Asimismo, se trata de una idea argumental interesante y contingente, que le da una vuelta de tuerca a las convenciones del llamado “crimen pasional”, propio de la crónica roja.

Por Jessenia Chamorro Salas

Publicado el 27.8.2018

Hoy, después de nuestro adiós.
Hoy vuelvo a verte cariño malo.
(Cariño malo, Palmenia Pizarro)

Se presenta actualmente en el Teatro de La Aurora una obra que elucubra sobre la temática del femicidio, ampliando las perspectivas y dislocando las convenciones sobre la víctima y el victimario en un relato concebido desde el pathos trágico y en donde hibris y eros se enfrentan engendrando locura.

Escrita, dirigida y co-protagonizada por José Luis Cáceres (Territorios, 2018; El cañaveral, 2015) en compañía de la actriz Karime Maureira, el músico-actor Michel Pinto, “Cronología del olvido” es un montaje que se propone tocar las fibras más sensibles de la problemática social y de género que implica el femicidio. Con una propuesta intimista la obra cuestiona los roles de género y las presiones psico-sociales a las que se enfrenta una pareja, los conflictos que tensionan y desgastan la relación amorosa y cómo éstos pueden desencadenar pulsiones con un desenlace trágico.

En entrevista al medio Culturizarte, Cáceres afirma:

«Creo que hasta la fecha en que empecé a escribir la obra, ya se registraban 47 femicidios durante el 2018 en el país. Creo que cuando el estado y quienes lo administran son incapaces de abordar las problemáticas sociales, y creo que el nuestro, el estado de Chile, ya se está matriculado como un incapaz, sea del color político que sea quien gobierne, no han logrado entender lo que la ciudadanía demanda. Estamos muy atrasados como sociedad y que se asesinen a 47 mujeres en lo que va del año es un problema que no resuelve ni resolverá la creación de un ministerio. Es un problema mayor, y creo que es ahí, donde el ejercicio artístico puede ejercer una influencia, porque nosotros vemos más allá que los inoperantes operadores políticos» [1].

De ahí que la realización escénica gire en torno a la problemática del femicidio y busque develar tanto los motores como las pulsiones que hay tras este macabro hecho, una combinación extrema de dos sentimientos archiconocidos en la historia del teatro y que datan de la tragedia griega: hibris y eros, los cuales devienen en una locura que subraya el carácter trágico de la muerte acaecida en escena. Una problemática social, cultural y política que estos últimos años ha contado con movimientos detractores del abuso, acoso y femicidio, tales como “Ni una menos”, “Vivas nos queremos”, “Me too”, entre otros, que han buscado visibilizar la precaria situación en que muchas veces las mujeres se encuentran, sobre todo cuando se analizan sus contextos desde una mirada interseccional [2].

Cronología del olvido no solo problematiza el femicidio, sino que elabora una propuesta escénica cuyo eje articulador es la memoria y el trabajo de rememoración fragmentaria que realiza el personaje principal, quien ha sido acusado de femicidio y no recuerda bien las circunstancias en torno a la muerte de su pareja, incapaz de describirlas, se excusa y divaga entre explicaciones confusas que van delineando el devenir de la relación que él y su pareja mantuvieron durante años, la cual al inicio derrochaba amor, pero fue intoxicándose al punto de concluir escabrosamente.

Una crónica de una muerte anunciada, la crónica de un femicidio que no se recuerda. El protagonista no recuerda con certeza cómo ocurrieron los hechos. Con el cadáver en la habitación, divaga sobre qué hacer, cuál es la solución a su tormento, pues él se concibe inocente y prefiere aducir a que la mujer murió por una sobredosis de droga, y se ahogó con su propio vomito mientras el dormía. Situación que lo libraría de cualquier responsabilidad, aunque la culpa lo carcome y elucubra incluso un posible suicidio.

En el intertanto, el proceso de rememoración que realiza el personaje lo lleva a recordar fragmentos de su relación, cuya toxicidad fue in crecendo con el tiempo a causa de los conflictos irresueltos que fueron arrastrando. La pasión arrebatadora colinda con los excesos y, paradójicamente, con las carencias con que cada uno carga sobre su espalda. Frustración y desilusión en grandes dosis fueron una combinación nefasta para la pareja, quienes víctimas de su propia degradación perdieron todo ahínco por mantener su amor férreo ante la adversidad.

Recuerdos que surgen del olvido como flash back que permiten explicar – mas no justificar ni comprender – las circunstancias en las que el crimen aconteció, y que van entretejiendo el relato trágico de una memoria dislocada, de un hombre en crisis quien intenta desesperadamente obtener una respuesta por parte de aquella, quien recurre al olvido como locura evasiva que le permita escapar del trágico acto cometido.

Cronología del olvido es una propuesta argumental interesante y contingente que le da una vuelta de tuerca a las convenciones del llamado “crimen pasional” propio de la crónica roja, además de ser una realización escénica con enorme potencial, no obstante, se evidencia cierta hiperteatralidad maniquea que poco aporta a la representación, y cuyo despliegue histriónico a veces cae en una fórmula estereotípica que resta dramaticidad a la escena, sobre todo en la participación – cuasi forzosa – del trompetista, quien pese a haber brindado una atmósfera erótica e intensa, pudo haber aportado mucho más en el montaje si solo hubiese musicalizado las escenas, ya que su interacción con el personaje, a modo de comentarios al margen, resulta un tanto accesoria, reduciendo el potencial dramático.

El presente montaje es una realización escénica que envuelve al espectador – con un destacado trabajo de iluminación – en un amor tóxico a la vez que embriagador, en donde es fácil sumergirse, pero difícil escapar, y en donde solo es posible olvidar para poder recordar, porque el olvido es también una forma de memoria, una forma de patentizar el pasado y traerlo a la actualidad.

 

Citas

[1] Culturizarte, entrevista, teatro, 20 de agosto de 2018.

[2] Es el estudio de las identidades sociales intersectadas y sus respectivos sistemas de opresión. La teoría examina cómo categorías biológicas, sociales y culturales como el género, la etnia, la clase, la discapacidad, la orientación sexual, la religión, la casta, la edad, la nacionalidad y otros ejes de identidad interaccionan en múltiples y a menudo simultáneos niveles de opresión sistémica.

 

 

Los actores José Luis Cáceres y Karime Maureira, protagonistas de «Cronología del olvido»

 

 

Ficha técnica:

Cronología del olvido se presentará desde el 9 de agosto hasta el 1 de septiembre de 2018, en la sala del Teatro de la Aurora.

Autor: José Luis Cáceres.

Elenco: José Luis Cáceres y Karime Maureira.

Música: Michel Pinto.

Diseño: Andrea Urzúa.

Funciones: Jueves, viernes y sábado a las 20 horas.

Valor de las entradas: General $5.000, estudiantes y tercera edad $3.000.

Teatro de la Aurora, Avenida Italia Nº 1133, Providencia, Santiago.

 

 

Crédito de las fotografías utilizadas: Teatro de la Aurora.

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