«Otra vuelta de tuerca», de Henry James: Un escritor que explora el alma humana

ICULT HENRY JAMES

La escritura del autor estadounidense admirado por el chileno José Donoso se concentra en el proceso de desmantelar eso que nos es desconocido, esa maldad que poseemos los seres humanos, y lo hace a través de un proceso narrativo que arranca desde el interior de los personajes y ese discurso creativo y literario se encuentra dominado por «lo moral».

Por Sergio Inestrosa

Publicado el 11.10.2018

Henry James nació en 1843 en Nueva York, pero se trasladó a vivir a Europa desde muy joven, vivió en París y después se movió a Londres donde murió en 1916.

Algunos críticos afirman que no se quedó a vivir en París, a pesar de ser el centro de la vida cultural, artística y literaria porque Henry James tenía muy claro su propio concepto de literatura y arte y no coincidía con el concepto más bien racional de la escuela parisina. A decir de estos expertos, el escritor deseaba lograr una aproximación de tipo emocional al arte, como lo dejó establecido en su libro de ensayos La locura del arte, publicado en lengua castellana por la editorial Lumen de España.

Por esta simple y a la vez compleja razón, residir en París no le atraía y prefirió hacer su existencia en Londres; en ese momento, la ciudad industrial por excelencia. A Henry James, como a T.S. Eliot, otro escritor estadounidense que también se trasplantó a la capital inglesa, lo que le atraía era la oscuridad de la sociedad británica; su perversidad subterránea, su maldad, los deseos y pasiones reprimidas o encubiertas; el disimulo como parte esencial de la cotidianidad. Y en todo ello, el uso de una lengua, el inglés, que sirve muy bien para separar, para discriminar, para humillar.

Naturalmente la sociedad británica en la que se inserta James no es la sociedad victoriana de Shakespeare. La novela Otra vuelta de tuerca (1898), está ambientada en la época de mediados del siglo XIX; el lugar una mansión victoriana lejos de la ciudad (llamada la mansión Bly), y los personajes todas mujeres, excepto por un niño y por el tío de este, todo ello, le da un ambiente misterioso al relato que es una historia de fantasmas.

En la novela se describe la historia de una joven institutriz que es contratada por el dueño de la mansión y tío de los niños (Flora y Miles) que viven en ella; sin embargo, él nunca los va a ver aunque se encarga de su educación y de sus gastos. Al llegar la institutriz queda gratamente sorprendida por la belleza de Flora y de Miles, por el cuarto que va a ocupar, la cama donde dormirá y por la cortesía con que la ha recibido la señora Grose, la ama de llaves de la casa.

Pero muy pronto la institutriz comienza a ver fantasmas y a oír voces, lo que es desmentido por los sobrinos y por el ama de llaves, pese a que cuando la empleada les describe al “hombre» que ha visto, ellos le dicen que se trata del señor Quint, pero omiten que este señor está muerto.

A lo largo de la historia, las voces y la apariciones se acrecientan, pero solo la institutriz es capaz de verlas, por lo que ella llega a creer que es víctima de algún plan macabro para volverla loca. No hay que olvidar, que la anterior institutriz y el sirviente murieron en circunstancias extrañas y poco claras.

¿Cuál es el secreto que se oculta entre los muros de la mansión? El lector lo descubrirá de la mano de la pedagoga quien se da cuenta de que los niños actúan de una manera extraña, pero no sabe el por qué y se propone averiguarlo.

La escritura de Henry James se concentra en el proceso de desmantelar eso que nos es desconocido, esa maldad que poseemos los seres humanos; y lo hace a través de un proceso narrativo (esto es muy importante, pues la misma institutriz tiene claro que está forjando un relato) y que arranca desde el interior de los personajes y por ello mismo ese discurso creativo y literario se encuentra dominado por «lo moral».

A nadie debe de extrañar que las novelas de Henry James sean oscuras, no podría ser otra forma, pues sus personajes tienen el alma enferma, infectada, corrompida por el mal y, si por casualidad, alguno se salva no es por bondad (eso no existe en el mundo de James) es por pura inocencia; pero ojo, se trata de una inocencia que en sí misma ya ha sido corrompida por la malicia y la cual está a un paso de convertirse en maldad.

Cuando terminamos de leer Otra vuelta de tuerca, que dicho sea de paso no es una de sus novelas más complicadas, el lector tiene la sensación de que el relato está terminado, que están todas las puertas ya cerradas y no hay más que decir; en este sentido se trata, como todas sus historias, de una trama redonda.

Henry James es un escritor que se concentra en el detalle de sus personajes, él es en sí un gran creador de caracteres; en Otra vuelta de tuerca la institutriz describe perfectamente al hombre que ha visto tanto así que la señora Grose lo reconoce de inmediato y afirma que se trata del señor Quint, excepto evita confidenciarle que ese hombre ya está muerto.

Pero no solo la descripción es detallista sino que además Henry James pone a sus personajes en situaciones concretas, por ejemplo en Otra vuelta de tuerca, solo la institutriz ve a los fantasmas, y a partir de ese elemento el autor comienza a profundizar en la trama, a proponernos hipótesis y posibilidades respecto a sus pensamientos, a sus emociones y al proceso de toma de decisiones que ella irá haciendo en relación con los niños (Flora y Miles) y la señora Grose. Y en este proceso, Henry James, especialmente a través de la ama de llaves se remonta hacia el pasado para después devolvernos al momento presente, que es lo que al final le interesa al autor, que el lector viva la emoción de sus personajes, en este caso la vivenciada por la institutriz.

Este proceso creativo de desmantelar los sentimientos de sus personajes es tan intrincado que algunas veces James se vuelve implacable con ellos, con las relaciones que se establecen entre éstos y nos lo va poniendo en evidencia poco a poco, al hacerlo visible sin el menor remordimiento y con una maestría y una delicadeza extraordinarias.

Valga decir, que la lectura de las novelas de Henry James, como de cualquier escritor serio, requieren de un lector atento, un lector que se esfuerce y se comprometa página a página y si usted lector o lectora es de esa cepa de apreciadores (todavía quedan varios por allí) lo invito a tomar una de las muchas obras de este escritor, ya sea que lo lea en su lengua original o en alguna de sus muchas traducciones. Le aseguro que al final quedará gratamente impresionado con su calidad.

 

Sergio Inestrosa (San Salvador, 1957) es profesor de español y de asuntos latinoamericanos en el Endicott College, Beverly, de Massachusetts, Estados Unidos.

 

La primera edición de «Otra vuelta de tuerca» en las clásicas tiradas de Penguin Books

 

 

 

Imagen destacada: El escritor estadounidense Henry James (1843-1916).