Pese a que el argumento de este montaje -que se exhibe en el Teatro Mori de Recoleta- nos sumerge en el mundillo hollywoodense, se trata de una puesta en escena totalmente vigente, ya que su potente narrativa (esa de hacer negocios y ganar dinero a corto plazo) es un lamentable espejo estético de los actuales días nacionales.
Por Miguel Alvarado Natalí
Publicado el 4.11.2019
Del destacado y contemporáneo dramaturgo estadounidense David Mamet, la nueva y moderna sala teatral del Centro Mori (Bellavista Nº 77), está presentando Perlas a los cerdos, montaje estrenado con el nombre de Speed-the-plow en Broadway durante 1988 y que hoy en esta versión, es interpretada por los actores Mario Horton, Roberto Farías y Francisca Walker.
Un recién ascendido productor de películas para la industria del cine, Bob Gould (Roberto Farías) es visitado en su elegante oficina en un penthouse por su viejo amigo Charlie Fox (Mario Horton), quien le trae un guion sobre un escape penitenciario para una nueva cinta que sería protagonizada por una estrella de Hollywood, que lo ha contactado. Ambos entran en un trance que los hace pasearse por el éxito de la futura película y las grandes ganancias que esta les reportaría, entonces solo falta concretar una reunión con el dueño de los estudios para llevar a cabo el proyecto. Pero la aparición de Karen (Francisca Walker), la secretaria reemplazante de Bod, con los cafés, su elegancia y su belleza, va a cambiar la idea de hacer esa producción por una que ya estaba desechada, que era la adaptación de una novela llamada El puente, donde el apocalípsis ambiental provocado por el ser humano, es la trama central.
Con un prolijo escenario, donde la composición de los muebles y accesorios recrean perfectamente una oficina de alguien con poder, desde cuyo piso -a gran altura- se ve la pequeñez de la ciudad, mientras el vestuario de los personajes le da ese aire de elegancia muy acorde al entorno, logrando una atmósfera que nos atrapa, así como la banda sonora está muy bien elegida y los personajes se mueven y ocupan de excelente forma el espacio escénico -pese a la gran dimensión que tiene la mesa de reuniones-, cabe mencionar ese detalle de la terraza con un luminoso del nombre de la productora y que funciona para el desplazamiento de los actores.
El elenco que sube a escena, todos en la pantalla chica por estos días (Juegos de poder, Yo soy Lorenzo) va construyendo este drama, que de pronto bordea la sátira, eso sí, con muy buen ritmo y muchos diálogos delirantes, que fluyen y llegan al público claramente. Roberto Farías, como es de esperar, nos deleita con su histrionismo, él es Bob Gould, un productor de cine que es bastante manipulable. Luego de tomar la decisión de llevar a cabo el proyecto de su amigo Charlie Fox, cambia su visión de lo que verdaderamente quiere ver el público en el cine, gracias a los encantos de Karen, interpretada por Francisca Walker -a la cual se le ve muy cómoda y sólida en su actuación-. Karen, después de leer la novela El puente y pasar la noche con Bob, lo convence de utilizar el argumento de este libro en la nueva cinta, lo que va a provocar la ira casi descontrolada de Charlie, cuyo papel recae en el actor Mario Horton, quien le da una fuerza notable a su personaje, pero que a ratos me parecía escuchar al Lorenzo de la teleserie de Mega ya mencionada.
Perlas a los cerdos es un montaje que nos sumerge en ese mundillo hollywoodense, donde el poder y el éxito van de la mano de una buena producción cinematográfica. Sin importar cómo se llega a convencer a un productor, no hay moral ni ética para lograr los sueños económicos. La codicia, la ambición, el poder del cine para crear conciencia, el acoso laboral y los delirios de grandeza, son aspectos que aborda esta obra. Es una puesta en escena totalmente vigente, pese a haber sido escrita hace 30 años, superó al tiempo, ya que esa narrativa potente de la que habla este montaje, esa de hacer negocios y ganar dinero a corto plazo, es un espejo de nuestros días. Hacer una producción taquillera de presidiarios o arriesgarse a un proyecto que tiene explícito un mensaje medioambientalista, es en la ambigüedad que cae Bob Gould. Hay una esperanza en que el camino correcto es la ecología, pero la crisis moral de nuestros tiempos y el querer estar en la cima le juegan una mala pasada a los personajes.
La obra nos hace reflexionar sobre las ambiciones y si en el fondo pueden éstas tener o no buenas intenciones. ¿Una producción cinematográfica vale más por su contenido o por las patadas y balas que arroja? Perlas a los cerdos es la despiadada realidad de la industria del cine, donde muchas veces el arte no vende, no importa, pero sí el sexo. Aquí tres personajes aparentemente buscan llegar al éxito, se enfrentan con agudos diálogos, hacen una apuesta, cantan y ríen. El delirio los sumerge y luego la realidad los saca a flote.
Nota: La noche del estreno de Perlas a los cerdos ingresé al teatro a las 20:30 y salí a las 22:45 horas: afuera el humo de las bombas lacrimógenas de Plaza Italia entró en mis narices. Había mucha gente esperando locomoción, no apareció ni un taxi y preferí caminar. Al llegar a mí casa en el Barrio Yungay y encender el televisor vi que se había decretado el Estado de Emergencia, los militares a la calle y mi reflexión quedó en el Facebook…: «Gobierno mediocre, esto se podía haber evitado”.
Miguel Alvarado Natalí (Santiago, 1968) es periodista de profesión y escritor de oficio. Ha publicado los poemarios Estaciones (1997) y Barrio Yungay (2012), y la novela Calle Dieciocho (2001).
Ficha técnica:
Dramaturgia: David Mamet.
Dirección: Alexis Moreno.
Elenco: Roberto Farías, Mario Horton y Francisca Walker.
Edad: +16 años.
Desde el 17 de octubre hasta el 8 de diciembre, jueves a sábado a las 21:00 horas.
Valores $15 mil (viernes y sábado) $12 mil (jueves y domingo).
Sala: Mori Recoleta – Recoleta.
Dirección: Calle Bellavista Nº 77, Recoleta, Región Metropolitana.
Crédito de las fotografías utilizadas: Teatro Mori Recoleta.