El libro de Carlos Araya Díaz es una novela a la que se debe prestar atención. Las numerosas voces que participan en ella podrían perfectamente funcionar como historias únicas, pero en el contexto de la ficción fusionan de manera notable un texto necesario no solo como objeto creativo, sino que también a la manera de un reflejo del Chile en el cual vivimos.
Por Cristián Brito Villalobos
Publicado el 1.2.2019
Todo transcurre en un bus de dos pisos. Sujetos que viajan en busca de su propio destino, aunque muchos de ellos ni siquiera saben cuál es. Mineros, hombres cesantes, inmigrantes, turistas y videntes comparten ese pequeño universo que se desplaza por la carretera. Son 60 pasajeros y dos tripulantes los personajes que se encuentran en este viaje de Santiago a Arica. El trayecto dura 27 horas, tiempo suficiente para que el mundo de una vuelta carnero y todo cambie.
En Población flotante, el joven escritor Carlos Araya Díaz (1984), autor de los libros Ejercicios de encuadre e Historial de navegación, se adentra en la sicología de personas que tienen algo en común, buscan estar mejor, sin embargo, ese deseo, así como el viaje que realizan, tal vez no se cumpla. El volumen reúne varias voces, en una coralidad que nos muestra vidas de personas comunes y corrientes que ven cómo todo cambia de un momento a otro, más aún en el norte, donde la naturaleza es brava e inestable y la tranquilidad un deseo. La diversidad de personajes y voces que conforman el libro podría considerarse una metáfora de lo que es actualmente el país, un Chile lleno de matices.
Población flotante es en ocasiones un relato crudo, sórdido, pero que el autor maneja con gran destreza para no caer en falsos estereotipos. El texto está escrito de una manera muy particular, dividido en breves capítulos donde se desarrollan las acciones. La novela es además una radiografía de la soledad del norte, donde el desierto parece tragarse las historias y a la gente, pues no es fácil vivir en esos lugares, donde sin saberlo se puede desaparecer, y es eso precisamente lo que me ha provocado esta novela, una sensación de desamparo y fragilidad, pues, así como estos pasajeros recorren el país, nosotros, los lectores, vamos recorriendo estas páginas que aglutinan una variedad de voces y registros de seres taciturnos.
Un detalle no menor es la inclusión de imágenes en el texto. Estas sirven para ilustrar de mejor manera las acciones y permiten al lector recrear ese extraño paisaje que es narrado. Población flotante es una novela a la que hay que prestar atención. Las numerosas voces que participan podrían perfectamente funcionar como historias únicas, pero en el contexto de la novela fusionan de manera notable un libro necesario no solo como objeto literario, sino que también como un reflejo del Chile en el que vivimos. Una lectura muy recomendable.
Cristián Brito Villalobos (Antofagasta, Chile, 1977), además de poeta y escritor es periodista titulado por la Universidad Católica del Norte y magíster en literatura de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Crédito de la fotografía a Carlos Díaz Araya: Leo Piagneri.
Crédito de la imagen destacada: Editorial Planeta.