Poemario «Ciudad tumba», de Jesús Capurro: En peligro de extinción

La presente obra es la segunda publicación del poeta oriundo de Talcahuano, y quien más allá de desintegrar la palabra se hace cargo de su circunstancia para entregar una propuesta sobre lo “marginal”, y en torno a la distancia radical que llevamos entre nosotros. Y es que al escribir desde una ciudad puerto con su historia le permite al autor presentar una panorámica fuera de la foto turística o de la costa eterna con lobos marinos.

Por Jorge Cocio Sepúlveda

Publicado el 12.8.2019

El cementerio siempre se ha caracterizado por ser un lugar de ritual, misterio, dolor y pasado. Donde reposan nuestros padres, abuelos y gente que nunca llegamos a conocer. Un espacio santo para unos y maldito para otros. Pero, ¿qué pasa cuando no es un territorio específico, sino una sociedad la que es un cementerio? En ese caso, ¿quién está vivo y quién muerto?

Ciudad tumba es la segunda publicación del poeta Jesús Capurro (Talcahuano, 1989), quien más allá de desintegrar la palabra se hace cargo de su circunstancia para entregar una propuesta ora sobre lo “marginal”, ora sobre la distancia radical que llevamos entre nosotros. Y es que al escribir desde una ciudad puerto con su historia le permite presentar una panorámica fuera de la foto turística o la costa eterna con lobos marinos.

De ahí tenemos un poemas como «El copihue» que dice: «Flor nacional / de la extinción». Al igual que «Sartén sin mango» asociada al 27/F: «Te veías ridícula tratando de reconstruir el mundo/ La, ola se sabe, siempre llega si tiembla duro y parejo/ La gente, se sabe, es capaz de pisar dos veces el mismo palito». O bien en «Karma país»: «La nueva generación de punk índigos mea en las calles/ la realidad te tortura, dicen».

Y es que aunque los tópicos de este proyecto pueden ramificarse en varias direcciones es la transparencia lo que sustenta al hablante al plantear sin eufemismos la violenta realidad que día a día percibimos muchas veces desde una pantalla como en el texto «Quetzsaqoal arrodillado yergue por última vez su cabeza»: «Murió degollado en la línea del tren/ lo cogotearon a las 3 de la mañana/ por ahí por Gaete… No quiso prestar fuego / No quiso pasar 100 pesos/ Perdimos lo azul / de locos iracundos,/ de torpes/ y rebeldes». De la misma forma que en «4 por 4»: «Íbamos a tener una casa prefabricada en Ur/ Íbamos a tener una vivienda social/ Íbamos a perdernos en la pieza».

Porque tras leer Ciudad tumba una de las ideas que me brota es la de estar en peligro de extinción al contemplar la lenta, pero sólida destrucción de lo que somos y nos deja una incertidumbre absoluta. Ante lo cual aparece la eterna pregunta: ¿qué lugar y poder tiene ahí la poesía en ese momento? ¿Debe reparar o denunciar la realidad? ¿ Es realmente capaz de hacerlo?

De esta forma Ciudad tumba representa un ejemplo de actuales autores que se mantienen al tanto de la contingencia y buscan salir de la alienación desde el verbo, aunque los signos se hayan invertido, los muertos sigan saliendo, la poesía no termine saliendo bien, y la belleza haya perdido su batalla.

 

Jorge Cocio Sepúlveda es licenciado en filosofía de la Universidad de Concepción (Chile), y además es músico y escritor. Ha desarrollado un proyecto musical concretado en tres discos: Nada es eterno (2009), Preludio de invierno (2010) y Frío verano (2017). Asimismo, ha editado dos plaquettes de poesía: Noche primitiva (2013) y Continente (2017).

 

«Ciudad tumba», de Jesús Capurro (Casa Litterae Editores, Concepción , 2017)

 

 

Jesús Capurro

 

 

Jorge Cocio Sepúlveda

 

 

Crédito de la imagen destacada: Casa Litterae Editores.