Un comentario y selección de versos en torno al último libro antológico (que abarca su producción creativa desde 1993 hasta 2012) publicado por el autor chileno, el cual acaba de lanzarse -a cargo de Hebel Ediciones- en un conjunto de textos que son definidos por el prólogo respectivo (que más abajo se adjunta), como: «Casi veinte años de poesía se reúnen en estas páginas, y digo casi porque en realidad son siglos, y digo poesía por no decir belleza. Es aquí donde, parafraseándolo, digo que: ‘cuando las lluvias tengan otro color’, el poeta Luis Cruz-Villalobos seguirá titilando en la lejanía del firmamento, porque así se ve cuando nace la poesía del futuro, donde la lluvia tiene todos los colores».
Por Sergio Marentes
Publicado el 21.6.2019
Casi veinte años de poesía se reúnen en estas páginas. Y cuando digo casi bien podría estar hablando de cien años o de mil, porque, como bien sabemos, el tiempo, tal y como lo conocemos los mortales, no puede alcanzar a los poetas de verdad, que son inmortales, y Luis Cruz-Villalobos es uno de ellos. Es uno de esos pocos que son capaces de escribir un poema que cuente con la salud de la roca que lleva milenios a la intemperie y de hacer uno con la frescura del primer grito de un recién nacido sin que la muerte se entere.
Y es que si se le da una mirada rápida a la historia de la poesía podremos notar que quienes han sido capaces, o simplemente privilegiados, y han podido escribir algo que perdure, han sido tan pocos que pueden listarse en un poema, y este no sería un poema de largo aliento. Además es bien sabido que son pocos los poetas dignos de antologar algo que valiera la pena de su trabajo. Y, yendo todavía más allá, hasta el fondo de la herida que nos causa lo bello, los poetas prolíficos como Cruz-Villalobos no cuentan con la buena reputación de los dioses del Olimpo, pero esta, si me lo permiten los jueces de la ciencia de la medición, es una de las excepciones a la regla.
Pero hablemos de Cuando las lluvias tengan otro color. Antología poética 1993 – 2012 (Hebel Ediciones, Santiago de Chile, 2019) que es lo que nos convoca a estas páginas. La dedicatoria de esta antología pública (diría perso-nal, pero la poesía verdadera es un bien común, una herencia de los siglos, y que es de todos los que todavía no nacen) es una declaración de principios, si no es que se trata de una de amor a la poesía.
Dice así: «A la que ha soportado mis piedras ilusorias/ y con quien hemos conocido las lluvias de otro color». Con eso sería suficiente para saber que a partir de esos dos versos no somos más que unos náufragos indefensos a la deriva ya en el mar que es el néctar de Cruz-Villalobos.
En este libro hay aromas que nos regresan a la infancia y al principio de todo, así como hay sonidos que nos alejan de la guerra, música para adormecer a la muerte y corrientes de aire que, además de llevar hojas secas en su viaje, nos elevan por los aires mientras las aves vuelan por debajo de nosotros. Sin lugar a dudas, si entramos sin prejuicios a este conjunto de invenciones, como si fuéramos niños, libres, también saldremos sin ellos, y resultaremos un poco más cerca de la frontera del país del asombro. Estaremos a salvo en estos tiempos de prisiones por capítulos.
Casi veinte años de poesía se reúnen en estas páginas, y digo casi porque en realidad son siglos, y digo poesía por no decir belleza. Es aquí donde, parafraseándolo, digo que: «cuando las lluvias tengan otro color», el poeta Luis Cruz-Villalobos seguirá titilando en la lejanía del firmamento, a lo mejor debido a que la pluma todavía se desliza sobre la roca, o porque así se ve cuando nace la poesía del futuro, donde la lluvia tiene todos los colores.
A continuación, ofrecemos una selección de los poemas contenidos en la antología:
Cuando las lluvias tengan otro color
Aquí seremos uno
Aquí en este oscuro lugar luminoso
Seremos niños risueños
Seremos amigos que todo comparten
y mucho más que eso
Seremos pequeños dueños
Tú de mí y yo de ti
En esta noche tibia
En esta noche como miles otras
danzaremos al ritmo del corazón
y nadie dirá nada
Ni las puertas
ni las ventanas frías
Gritaremos desde los tejados
que la blanca amiga llegará
Y aunque el temor aparezca
nadie nos opacará las miradas
–nadie que nazca y muera–
Seremos el hogar simple y dulce
y las lluvias tendrán otro color.
Del libro: La carpeta roja (1993).
La piedra ilusoria
Una piedra en el aire
más muda
que el brazo del silencio
vuela como un hombre
que busca palabras
Nada lo detiene
Ningún insecto verde
ni azul ni amarillo
ni la brisa con su cara de doncella
ni el mismo aire que la oprime
con sugerencia gravitacionales
Con gran ímpetu avanza
como pájaro que todo lo sabe
Rápido y sin preguntas humanas
Como flecha que escapa
de una selva oscura
y arrasa con todo
sin mirar el tiempo
Una ventana que siente vértigo
Un gran muro transparente
con ojos profundos y claros aparece
De pronto
Un sonido se plasma
en toda la cabellera del sol
Trozos de aire materializado
con sabor a mar
vuelan por todo lugar
pidiendo perdón
Campanillas diminutas
como los besos de la luna
por el suelo inerte caminan
La piedra ilusoria duerme
y el escribano
con cuerpo y alas de espantapájaros
se ríe de la poesía
y de los poetas.
Del libro: La carpeta roja (1993).
Vivo poesía
Si acaricio demasiado mis palabras
no tendré tiempo
de besar a mi hijo
ni de hablarle con mis ojos
ni con mis brazos de nido
Por eso callo
y en vez de escribir poemas
vivo poesía.
Del libro: Poesía pequeña y en poemas (1996).
La música
«Sea la Música»
y la Música fue
Como una doncella
llena de vida
salió a recorrer
todos los lugares
de la hermosa creación
que aún se estaba gestando
La invisible doncella
recorrió el espacio
buscando un hogar
Buscó entre las estrellas
Entre los planetas
y de toda la infinitud
eligió un planeta azul
Azul es mi alma
–pensó
Al llegar a su hogar escogido
descubrió los océanos inmensos
y sumergiéndose en ellos
sólo besó algunos seres
ya que prefirió
que aquellos reinos
pertenecieran al silencio
Entonces emergió
y vio en el cielo
las aves de todo el mundo
Mi alma vuela
–pensó
Luego besó a cada ave
Llegó a la tierra
y viajó besando
las selvas y sus habitantes
Los ríos y sus aguas agitadas
Los montes y los volcanes
Besó también al viento
Besó la lluvia y la tormenta
Finalmente se encontró
con el hombre
Mi alma es lenguaje
–pensó
Y sin saber cómo
se fue a vivir para siempre
en el corazón
de aquel desnudo ser
que llamaron Adán.
Del libro: La cajita musical (1997).
Haikus ante la tumba de mi hijo
1
No sé el lugar exacto
Donde está tu tumba
Pero siempre llego con exactitud
2
Ay hijo mío
Cuánto tiempo llevas durmiendo
Bajo este prado
3
A lo lejos se escuchan motores
Cómo no respetan esos oscuros artefactos
El silencio de la muerte
4
Este es el sitio más solitario de la tierra
Y justo aquí vengo a encontrarme
Con tu recuerdo
5
Déjame traerte un remolino de colores
Que se pose como flor sobre tu lápida
Para ver si sonríes
6
No sé por qué lloro y quién lo sabe en realidad
Pues la razón no llora
Sólo llora la dulce intuición
7
Ay Maximiliano se tarda nuestro encuentro allí
En ese sitio donde apacentas
Al león junto al cordero y el áspid
8
Los niños se mueren
Desde antaño que suelen hacerlo
Y desde antaño que nadie entiende el porqué
9
Hay razones
Para morir
Que yo he olvidado
10
Ante tu lápida gris y fría
Como el corazón del soberbio
Siento tu palpitar tibio y luminoso
11
Bajo la tierra todos nos hacemos uno
Somos uno en el Sheol
Así como seremos sólo uno al renacer del humus
12
Hijo tú que no me escuchas
No me respondas
Lo que no te pregunto
13
Dios dale saludos a aquel
Que aguarda la resurrección
En tu regazo
14
Yo tenía cuatro hijos
Y uno partió lejos muy lejos
Al centro de todos los átomos
15
Te amo hijo
Aunque esto que digo
Nada signifique ahora
16
Puse un remolino de colores sobre tu tumba
No sé si tengas tiempo para mirarlo
Mientras sueñas en el Amor
17
El mundo siguió y nada se detuvo
Cuando te marchaste
Sólo tu imagen quedó tatuada en mi retina
18
Hijo delgadito príncipe
Risueño ángel no me dejes solo
En medio de la noche
19
Duermes bajo un castaño hijo tenue
Y ya eres parte de ese árbol con quien compartes
Tu materia que ya es de todos
20
Cerca de tu lecho resuena una fuente
Agua que brota y cae y vuelve a saltar
Como tú y como todos algún día
21
Me despido por ahora pequeño
Dejo los restos de tu partitura bajo el prado
Pero tu sinfonía seguirá sonando.
Del libro: Breve-mente (2011).
El Dios-Gorrión
Si Dios existiera
Nada cambiaría
Decía Sartre
Desde su bizca perspectiva
Pero está claro
Que el dios platónico
O el aristotélico
O el no-dios del príncipe Gautama
O el Logos estoico
O el de Spinoza
En fin
Nada podrían cambiar
Como el dios deísta
Relojero loco
Parlanchín lejano
Impotente por definición
Apático por excelencia suprema
Ese dios
Nada
Cero a la izquierda
Definitivamente
Sartre estaba en lo cierto
Cero aporte
Un dios frío y calculador
Impertérrito
Nada
Pero no me podrán negar jamás
Que el Dios-gorrión
El Dios empobrecido
El Dios apasionado por su obra de arte
El Dios loco de remate por amor
El Dios mártir
Este y sólo este Dios
Lo cambia todo
Todo lo deja en deconstrucción
Como los danzarines átomos.
Del libro: Dios Mendigo. Teografías (2012)
Dios ateo
Un día
Nublado y frío
Dios se hizo ateo
No creyó más
Se negó a confiar
En la vida de ultratumba
En la esperanza eterna
En el amor universal
Dios-sin-Dios
Caminaba cabizbajo
Por las calles de la urbe
Parecía un mortal cualquiera
Y comenzó a amargarse
Su corazón se tornó hiel
Y dejó de hablar
Dejó de sonreírle a los niños
Allí quedó
Un día cualquiera
Ya después de varios años
Sentado en un parque
Mirando sus zapatos
Rumiando soledades
Con su abrigo negro
Sus manos en los bolsillos
En silencio
Y llegó el guarda parques
Pensando que era un mendigo
Y usted
Qué hace aquí
Le dice inquisidoramente
Dios lentamente
Levanta la vista
Lo mira desde lo hondo
Es exactamente
Lo que me he estado preguntado
Ya por varios meses
Responde Dios-sin-Dios
Casi muerto de pena.
Del libro: Dios mendigo. Teografías (2012).
Luis Cruz-Villalobos (Santiago de Chile, 1976). Poeta y editor. Psicólogo clínico, ministro presbiteriano y candidato Ph.D. por la Universidad Libre de Ámsterdam en Holanda. Cuenta con una amplia producción poética (además de trabajos académicos en sus áreas de especialidad), con más de cincuenta obras publicadas, dentro de las cuales se destacan: Poesía teológica / Theological Poetry (2014 / 2015), prologada por el reconocido filósofo norteamericano John D. Caputo, la antología Como abrazo exacto (2015), y Salmos breves en una sola hoja y otros poemas (Hebel, Santiago de Chile, 2019).
También ha realizado un número importante de trabajos de “fotopoesía” con fotógrafos/as como David Gysel (Chile), Rosa Gómez (España), y Julie de Waroquier (Francia), entre otros/as. Varios de sus trabajos han sido traducidos a más de siete idiomas, destacándose la reciente traducción de su libro Con Cioran (2011), al rumano, por la poeta Carmen Bulzan (Cu Cioran, Editura Kult, București, 2018). Actualmente vive en Santiago de Chile con su esposa y sus tres hijos.
Imagen destacada: El poeta chileno Luis Cruz-Villalobos.