El miércoles 25 de septiembre, y en una sede de la Sociedad de Escritores de Chile (Sech) repleta de público, el poeta temuquense Ernesto González Barnert lanzó por el sello Plazadeletras su último libro. Aquí, se comparten las palabras que la narradora Montserrat Martorell pensó y compartió con los asistentes durante el evento.
Por Montserrat Martorell Colón
Publicado el 27.9.2019
Buenas tardes. ¿Cómo empezar esta presentación? ¿Cómo transmitir aquellas cosas que uno siente, que uno piensa, que uno abre cuando lee por primera vez un libro? ¿Y qué sucede si ese libro es además poesía pura?
Pájaros azules, pájaros que se esconden, que se quiebran, que se conocen unos a otros, que danzan desde y hacia una música, desde y hacia una letra, desde y hacia una historia.
Así resumo, anticipo y entiendo los versos de Playlist, de Ernesto González Barnert y traducido magistralmente por la escritora Jessica Sequeira, quien sabe ponerle el tono a las cosas que Ernesto se atreve a nombrar en voz alta. Porque escribir es un ejercicio íntimo, que se escapa de todo y de todos, y sin embargo llega a nosotros, seres ajenos al proceso creativo del autor, para interpretar sin juzgar, símbolos, metáforas y concepciones sobre el amor, sobre el deseo, sobre lo que no existe. Aquí hay música, noticias de mediodía, historias que cuentan otros hombres, que callan otros hombres, que quiebran otras dudas. Historias de anteojos, de biblias, de adolescentes desesperados que quieren dar su primer beso. Historias de heridas, de calles que conocemos, de una joven que dice en la página 24: “no puedes comenzar un fuego sin una chispa”… de apariciones, de lápices de ojos, de reineta frita, de versos que repiten: “me equivocaría otra vez”, de puertas de emergencia, de libros que se esconden, de mujeres que entran, de cabezas y pistolas de agua y gente que deja a otra gente durmiendo en un hotel.
“Escribir algo en que no queme el sol ni el hielo. Como si en tus sueños estuviéramos manguereándonos en un patio luminoso y verde”, escribe Ernesto González. Y vaya qué cierto.
Uno siente, uno ve, uno percibe la amigdalitis, los 18 mangos, el pensamiento hablado: “la salud está sobrevalorada” (Página 28).
Entramos en un mundo íntimo, honesto, brutal: “la ves pasearse desnuda por la habitación y ni se te pasa por la cabeza que va abandonarte”. Página 31.
Y una canción/y un artista por cada poema: The lovers, Taxi, Los cumbieros de Cañete, Antonio Prieto.
“Soy esa clase de muchacho, ya no tan muchacho, que le gusta una compañera de curso, el primer día de clases, solo porque se llama Lucía como la canción de Joan Manuel Serrat”. Página 34.
Y da igual si estamos en la Plaza de Armas de Lonchoche, entre algodones y manzanas confitadas y paquetitos de avellana o que una voz nos susurre, débilmente: “ven tú, yo no quiero ir”. Y da igual que exista una colegiala frente a un guanaco y que no entendamos sus ganas de haber traído una polera de los Rolling ni que nos cuente el deseo, su deseo que es también el nuestro, de que: “fuésemos dos lenguas contra estos hijos de puta”. Página 41.
O tal vez no. O tal vez no. Y ahí está la magia: no da lo mismo. Y por eso puedo seguir recitando, encerrando, mordiendo palabras, subrayando palabras. Ernesto construye estos versos como una mirada que juega con los lugares, con una mirada que es también una pregunta y una respuesta: la vida.
Todos hemos querido saber qué fue de esa persona que nos grabó un cassette a finales del siglo pasado, todos sabemos que hacer música es llegar a un lugar del que no podemos regresar, todos sabemos que el pájaro no vuela libre, sino que sigue el instinto y que escribimos, como dice Ernesto, entre lo que resulta inconfesable y lo que batalla oscuro… porque el hielo también quema.
“Siempre va a existir una pareja
en este loco mundo azul
que al bailar My way, mejilla con mejilla,
fingirá seguir enamorada
cuando ya no hay amor”. Página 61.
La vida en estas páginas, la vida en estos paisajes que son tuyos, tan tuyos, pero que ahora podemos mirar de cerca.
Gracias Ernesto por estos versos, gracias Jessica por traducir este pedazo de mundo con la fuerza narrativa que tienen las cosas importantes.
Gracias a todos.
También puedes leer:
–Playlist, de Ernesto González Barnert: Las canciones del silencio.
Montserrat Martorell Colón (1988) es periodista y comunicadora social de la Universidad Diego Portales, máster en escritura creativa y candidata a doctora en literatura hispanoamericana por la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente es académica en distintas universidades chilenas, dirige un taller literario y escribe su tercer libro. Es autora de las novelas La última ceniza (Oxímoron, 2016) y Antes del después (LOM Ediciones, 2018).
Crédito de la imagen destacada: Plazadeletras.