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Poemario «Viento negro»: Córneas en llamas

La ópera prima de Cristian Otero (Puerto Montt, 1989) es una obra que con la violencia de la palabra y de las imágenes conduce a un viaje tanto de catarsis como de contemplación a un mundo desnudo, oxidado y en descomposición. Sea como advertencia o profecía, ese camino se recorre a través de un lenguaje lleno de visiones y descripciones de un microcosmos desolador.

Por Jorge Cocio Sepúlveda

Publicado el 17.3.2019

“Left to blind destruction”.
Joy Division

Un bosque se incendia y sale en las noticias. Muchos observan, algunos intentan hacer algo y otros postean indignación. Y es que en este siglo hiperconectado todo parece ser cada vez más distante y extraño. Donde la producción no se detiene y la apariencia precede a la esencia. Como una suerte de futuro post-apocalíptico que parece acercarse a nuestra realidad. Pero ante esta situación aún hay voces dispuestas a no sólo postear, sino a decir algo más; en este caso desde la poesía en una obra titulada Viento negro (Ediciones Martel, Temuco, 2019).

Viento negro es la ópera prima de Cristian Otero Pérez (Puerto Montt, 1989). Una obra que con la violencia de la palabra e imágenes lleva a un viaje tanto de catarsis como de contemplación a un mundo desnudo, oxidado y en descomposición. Sea como advertencia o profecía a través de un lenguaje lleno de imágenes y descripciones de un microcosmos desolador.

Así leemos textos como «Tuberculoso mundo» donde el hablante lírico presenta su realidad: regalan picnics fuera de los shopping center / salivándote la mala comida / sabor caca-queso, caca-palta mayo/ envueltas en cajitas felices de vaquitas muertas / envenenadas pos humos trasmutacionales. De la misma forma que en «Un nuevo Hiroshima» donde el progreso es atacado en versos como: Maldito sea el hombre que sostuvo un rayo / y proclamó la dictadura eléctrica/ porque enceguecieron a nuestros hijos/ que nunca más pudieron ver las estrellas. 

Pero también tenemos dentro de la obra la injusticia como temática constante presentada en poemas como «Pared contra pared» al expresar: Golpeando nuestras cabezas / en este patio abandonado / lleno de hombres tristes / lleno de hombres crueles, o bien en «Hundo mis manos» al decir: Hundo las manos en la tierra húmeda / aún siento el calor de la sangre / de los indígenas muertos / por las patrias inventadas.

Sea como una suerte de negación de la memoria, o bien una ceguera del poder parece que al recorrer la lectura de estas páginas la voz en off se hace inevitablemente partícipe de la masacre que contempla y describe.

Así, Viento negro es una propuesta que nos recorre un estado del fin del mundo de la inocencia, de la belleza, del amor y de la libertad. Donde hubo en algún tiempo un paraíso que ahora tiene instalada una represa que va absorbiendo la vida hasta que la piel de la tierra se carcome convirtiendo la historia en cenizas entre vientos azotados y sonrisas de mujeres al fin del mundo donde nace un hermoso caos.

 

Jorge Cocio Sepúlveda estudió filosofía en la Universidad de Concepción (Chile), y además es músico y escritor. Ha desarrollado un proyecto musical concretado en tres discos: Nada es eterno (2009), Preludio de invierno (2010) y Frío verano (2017). Asimismo, ha editado dos plaquettes de poesía: Noche primitiva (2013) y Continente (2017).

 

«Viento negro» (2019), de Cristián Otero Pérez

 

 

El poeta sureño Cristián Otero Pérez

 

 

Jorge Cocio Sepúlveda

 

 

Crédito de la imagen destacada: Ediciones Martel.

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