Uno de los cantantes chilenos de mayor popularidad en el circuito de la libertad callejera y de las redes sociales —especialmente en YouTube, donde cuenta con más de 200 temas musicales que se escuchan libremente por la web—, se prepara para lanzar su primer disco oficial de estudio, cuyo sencillo de apertura fue dado a conocer durante el último 1º de mayo: y es en esta crucial etapa de su vida artística, cuando el trovador se confiesa con el Diario «Cine y Literatura».
Por Luis Cruz-Villalobos
Publicado el 4.5.2020
El año 2017 le sugerí a Ángelo la posibilidad de realizar una antología poética de sus canciones en una edición a cargo del equipo de Hebel Ediciones. Aún está pendiente esa obra, pero espero que pronto salga a la luz, especialmente ahora, que es un tiempo de nuevos lanzamientos. El cantautor chileno, originario de la ciudad de La Serena, acaba de publicar su primer álbum, aunque su obra musical y poética ya es ampliamente difundida hace muchos años, especialmente en el contexto chileno, por medio de sus presentaciones “al palo” (acústicas) en parques y plazas públicas (y los respectivos videos difundidos en la web de dichos eventos) donde sensibles multitudes coreaban sus canciones más conocidas y oían con atención las siempre abundantes nuevas composiciones.
Este “animal humano, natural de las estrellas”, como él mismo se define en su perfil de Instagram, es un poeta de tomo y lomo, tal como lo podemos observar en la gran mayoría de sus cantos.
Hoy queremos conocer más de él y su obra, por medio de una breve entrevista, que esperamos anime a muchos (as) a conocer y a disfrutar de su obra.
Ángelo Escobar (1986) es un trovador que en sus diez años de trayectoria ha conseguido notoriedad en la escena nacional de la canción de autor gracias a sus muchas composiciones, que destacan por un contenido impregnado de poesía y de crítica social, acompañadas de ingeniosas melodías.
El próximo 15 de junio se estrena su primer disco oficial de estudio, cuya presentación se abrió el último 1 de mayo con el lanzamiento al público del primer sencillo del álbum. Además, cuenta con más de 200 canciones que circulan libremente por la red. Ha compartido escenario con músicos reconocidos como Manuel García, Evelyn Cornejo, Juan Ayala, Chinoy, entre otros. Actualmente se encuentra atrapado por la coyuntura, en un pequeño receso, luego de una década de cantar y de tocar en gira permanente por las ciudades del país, siempre de forma autogestionada.
—Estimado Ángelo, es una alegría haberte contactado para esta entrevista. Partamos con una pregunta simple y profunda, ¿por qué escribes y por qué cantas?
—Muchas gracias Luis, por el aprecio y la invitación, y por la mutua alegría. Canto desde los 15 años y escribo desde los 17. Empecé a sentir una especie de pasión por cantar escuchando la música de Silvio Rodríguez y sus letras tan profundas, las cuales, acompañadas de melodías tan tiernas como potentes, me hicieron experimentar nuevas y fuertes emociones al oír cosas que ni siquiera sabía que pensaba y sentía. Me vi muy interpretado por los versos de esas canciones, y también imprecado a no dejar de soñar y a creer que una forma más altruista de ser y estar es más que posible: es necesaria y urgente.
Luego me vino el ansia de saber tocar guitarra, y así fue como necesité aprender para cantar esas canciones que tanto me hacían vibrar, y aprendí, me envicié y logré tocar bien. Luego de eso crecí, salí de casa, comencé a vivir solo e intensamente, y esa misma pasión que me hacía cantar las canciones de otros, en las que hallé la libertad de gritar y llorar y odiar si lo sentía, o de confesar íntimamente mis recovecos si lo necesitaba, y que para los demás solo era ver a alguien cantando, o quizá algo más que eso, no lo sé, pero la posibilidad que me ofreció cantar y tocar mis problemas existenciales, penas y angustias, y poder disfrazarlos de algún modo, me ayudó tanto a vivir que aún busco llegar a esos instantes donde no hay más que un espacio vacío y la imaginación y la experiencia de estar vivo y sentir y soñar.
—Ya veo, cantar y componer para ti responde entonces a una necesidad profunda. ¿Qué es para ti el arte y cuál es el rol que debiera tener el artista en nuestra sociedad actual?
—He creído muchas veces cosas distintas acerca de lo que «es» el arte y de cuál debiera ser el rol del artista en nuestra sociedad. Ahora creo que es bueno que exista cierta responsabilidad, si uno se considera artista, hacia los demás, principalmente en el sentido de no caer en exabruptos del ego que puedan afectar la convivencia y el respeto con la otredad, y en que debe haber coherencia entre lo que uno dice que piensa y hace o intenta hacer, porque cuando se vive del arte y se alcanza cierto reconocimiento, también llegan bastantes privilegios que pueden llegar a marear a las almas más incautas, y es ahí cuando se cae en actitudes desagradables y en contradicciones, que muchas veces incluso alejan a «las musas» y también a la gente.
Pero creo igual que uno puede asumirse «artista» de manera muy íntima, en una especie de compromiso con la naturaleza, y ya que ella nos ha premiado con esta sensibilidad que casi nos obliga a intentar traer algo original al mundo, con buenas intenciones además, sin preocuparse mucho del qué dirán o de asuntos culturales o superficiales, y cultivar de manera siempre respetuosa la propia espiritualidad y disciplina, para buscar lo que uno considera vital en el centro de su propia «cosmovisión» siempre en desarrollo, y que además trae casi como incorporado de nacimiento, y que puede ser el don de dibujar, de ser bueno en deportes, o de cualquier talento con que la naturaleza ha sido generosa. Pienso que deben equilibrarse ambos polos y no caer en autoimposiciones ni descuidos limitantes que puedan llegar a cerrar el canal de comunicación con «la fuente», que no es otra cosa que el amor puesto a full en que lo uno asume como rasgo definitivo de su ser y como camino de vida, y que siente y sabe que le hace bien a uno y a los demás.
—Ya veo, me recuerda la frase de Silvio: “el problema, señor, será siempre sembrar amor”, el amor y el arte al parecer deben ir de la mano. Respecto al modo en que has ejercido tu oficio de cantor, ¿cómo surge la idea de hacer recitales “al palo” (sin amplificación) en espacios públicos?
—Por la necesidad de llegar a más público en lugares nuevos, y también por no tener ningún contacto o respaldo de personas ni espacios que pudieran ayudar en la gestión de conciertos o difusión de música original. Lo que quedaba entonces era cantar en la calle y esperar a que con la constancia fuera creciendo el rumor y llegara el mensaje a más personas. No había plata para amplificación.
—Comprendo, una mezcla de visión y de circunstancias. Aunque ya nos mencionaste algo de esto, ¿cuáles son tus referentes musicales y poéticos más significativos?
—Musicales han sido el flaco Spinetta, Silvio Rodríguez, Violeta Parra y Chico Buarque, y mucho Bob Marley, ellos han sido los más significativos entre muchísimos otros. Poéticamente me influyeron más que todo «Los poetas del desperdicio», poetas cincuentones que conocí cuando tenía más o menos 18 años y con quienes empecé a verme casi a diario, entre los que destacan Deloy Nédito, Benito Cortés Chacana, Caupolicán Peña, entre otros. Luego, entre mis preferidos están César Vallejo, Bertolt Brecht, los «Landay» anónimos de las mujeres Pastune en Afganistan, la poesía Andina y Mexica que pudo ser recuperada en breves textos antiguos, Susana Moya y Blanca Varela, entre muchas otras y otros.
—¿Cómo es tu relación con la nueva trova chilena?, ¿con quiénes has desarrollado un mayor contacto o amistad?
—En un principio fui muy amigo con Chinoy y Kaskivano, Tito Yáñez y Demian Rodríguez, también de la Evelyn Cornejo, pues eran con quienes más coincidíamos, y supongo que al venir todos de cierto estrato social quizás más marginal, hicimos mucha afinidad desde el principio. También en esos años me relacioné con otros artistas como Camila Moreno, Manuel García, Gepe y muchos otros, siempre con gran respeto y simpatía, pero nunca hicimos amistad ni nos vimos más que en ocasiones de conciertos colectivos. Al día de hoy solo tengo comunicación estable con Demian, y mantenemos una amistad cercana e íntima, mientras con los demás hablo muy a lo lejos, aunque permanece el cariño por lo vivido juntos y todo lo que eso conlleva, y para mí serán siempre mis amigos.
—Una de tus canciones más aclamadas es Ella y él, que es un dramático y hermoso texto que nos habla de la injusticia social, la desigualdad y de una esperanza de indignación y rebelión de las grandes mayorías. En esta línea, sé que has estado involucrado en el movimiento social que se inició el 18 de octubre del año pasado acá en Chile, ¿qué ha significado para ti este despertar social?
—Muchas cosas, en todos los espectros del sentir. He estado muy feliz y muy triste. Lo esperé siempre, desde los 17 años más o menos, en que empecé a adquirir consciencia política de la realidad y a interesarme por aprender historia, y de pronto estuve ahí en la línea de fuego, herido a escopeta, y sin saber muy bien cómo reaccionar, qué pensar, qué esperar, pero con una especie de deseo muy grande de que el «despertar» hubiera sido más intenso y más inteligente, sin entregar tanto las vidas y dándole más duro a la paralización del sistema, al boicot, para no morir en la lucha dando el gusto a los que festinan mutilando y matando. Es muy difícil para mi expresar lo que siento respecto a todo eso, mucho más en esta coyuntura actual de «pandemia», militarización, saqueo grotesco, miedo e incertidumbre.
—Sí, efectivamente es un tiempo muy difícil el que vivimos. Volvamos al tema del arte. ¿Cómo es para ti el proceso creativo? ¿Qué tanto hay de inspiración y qué tanto de oficio y rigor?
—Es espontáneo y racional. De la nada a veces me surgen ideas que comienzo a silbar o tararear, y luego las guardo en mi celular para trabajar en ellas cuando estoy desocupado. Creo que estoy más inspirado cuando toco y canto más horas al día, cuando escribo y leo más y me obligo a estar sentado pensando en lo que siento, lo que pasa, lo que pienso al respecto y en cómo puedo escribirlo de forma más o menos poética, y que además encaje en una música y que suene más o menos bien, y que me haga sentir a gusto cantando y conforme al hacerlo. Es de alguna manera harta disciplina, porque si bien no hay horarios y agendas, todos los días, de mañana, tarde o noche, y hasta de madrugada, me hago el tiempo de trabajar en eso que no le importa a nadie, pero que para mí tiene una pendiente urgencia. Ya con eso, haciendo eso más de tres veces a la semana, por muchos años, creo que se encuentra el oficio.
—Tu música se ha difundido mucho básicamente por medio de los videos de grabaciones en vivo en las tocatas al aire libre. Muchos esperaban una grabación de estudio con tus canciones y por fin se ha logrado. ¿Cómo fue el proceso de grabación de tu reciente álbum y cómo evalúas el resultado?
—Fue muy lento, costó años poder grabar sin tener dinero, y pudo lograrse gracias a la solidaridad de personas que creen en lo que uno hace. Fue también rápido desde que salió una posibilidad para hacerlo, y también estresante porque, al ser gratis, contaba con las horas libres del estudio que eran muy pocas, eran en cualquier día y momento; a veces me avisaban la noche anterior, entonces no siempre estuve bien para grabar en condiciones óptimas, pero fue igual un proceso hermoso donde conocí a muy amables personas. El resultado de las grabaciones no me encantó, pero sí me gustó y quedé conforme. No sé cómo evaluar el impacto que tendrá cuando sea más público, ya que hasta ahora solo lo han escuchado las personas que han comprado una copia física. Me han dicho que está bellísimo, eso sí.
—A mí me pareció un excelente trabajo. De hecho trae tres de mis temas preferidos de tu repertorio: Libélulas, Ella y él y Oye yo te quiero, lo cual me alegró mucho. Bueno, Ángelo, ahora para terminar esta breve entrevista, hagamos un juego de “asociación libre”, pero en este caso, por medio de definiciones o comentarios poéticos al respecto:
—Pandemia… Trigo aterrador de mí.
Cuarentena … Cuarto obligado donde calibrar antenas.
Amor… Ameritar morir tranquilo, conforme y amado.
Odio… Incomprensión, temor y pereza.
Alegría… Bien común y curiosidad.
Vida… Diosa estudiable, conocible, amable, generosa y propia.
Muerte… Dios inenarrable y asegurado.
Paz… Techo, comida, amor, imaginación y amistad.
Justicia… Bien común y equidad.
Lucha… Vivir.
Violeta Parra… Mujer creadora y utilizada, menospreciada en el fondo, pero inefable. Automarginada por sensible e inteligente. Destructora de mediocridad.
Chile… Pedazo de la tierra.
América Latina… Pedazo más de grande la tierra.
Futuro… ansiedad y fe.
—Muchas gracias por tus respuestas, esperamos que tu obra siga creciendo y difundiéndose más y más, tanto en Chile como en otros países.
—Muchas gracias a ti, estimado Luis.
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Luis Cruz-Villalobos (Santiago de Chile, 1976). Poeta, ensayista y editor. Psicólogo clínico y docente universitario. Autor de una amplia obra literaria en poesía, junto con variados trabajos académicos. Director editorial en Hebel Ediciones y en el Consejo Editorial de la Red Iberoamericana Tiberíades.
Fue por más de quince años ministro presbiteriano y secretario regional para el cono sur de la Fraternidad Teológica Latinoamericana, por dos períodos. Sus áreas de docencia e investigación son: historia de la psicología, constructivismo y fenomenología hermenéutica, psicología del trauma y del afrontamiento postraumático.
Crédito de la imagen destacada: Ángelo Escobar.