Quizás una de las obras de largo aliento y más íntimas del escritor magallánico que compite con grandes posibilidades para quedarse con el galardón estatal pronto a dirimirse en su veredicto final, corresponde a «Yo mi hermano», una ficción dramática que recoge la introspección atormentada de este fulgurante creador de las palabras (retomada en «Tu nuevo Anticristo»), y quien pusiera en peligro su integridad física y mental —la CNI lo tenía en la «mira»—, a fin de proteger con generosidad la dignidad humana de sus compatriotas, durante la implacable represión política que ensombreció el derrotero del país, durante la terrible década de 1980.

Por Aníbal Ricci Anduaga

Publicado el 17.8.2022

El autor es polifacético en puntos de vista, lo ha demostrado en sus novelas anteriores. Conduce con soltura el relato ya sea dirigiéndose al lector, a otros narradores pasados y futuros, o bien a los personajes que surcan sus relatos, como en el caso de Yo mi hermano donde sostiene un diálogo con él mismo, el escritor, imaginando una conversación áspera que le impone su hermano menor para desnudarlo como artista y ser humano, una forma cruel de hacer las paces a la vez que enfrenta al producto de su imaginación.

El discurso es muy eficiente al inventar este personaje, acaso el propio hermano del autor, con el objeto de expiar sus culpas con él y quizás pedir perdón del propio material narrativo que coloca en la voz de su pariente.

En el mundo narrativo del autor suele estar presente la conciencia, a veces como personaje (su hermano en esta última novela o las reflexiones del propio autor en Grados de referencia), y otras como narrador observante de la sociedad (El asombro).

Así, este exjuez de la República va más profundo en El contagio de la locura, se reconoce como ser solitario y también individualiza a los otros (el pueblo) en una especie de inconsciente colectivo. Esos mismos otros lo exhortan como personaje, pero también como escritor, en un ida y vuelta que avanza, a veces resuelto y otras más pausado para dar paso a la reflexión.

Esa coherencia narrativa también está presente en Yo mi hermano, iniciando el relato con una voz desenmascaradora, no solo ante el lector (primer capítulo) o el hermano lejano y ausente, sino además ante su imaginación como escritor.

De esta forma, el hermano menor se dirige a él en dos vertientes: una lúcida que le reprocha eventos de niñez, y la manipulación que hace de sus conquistas sexuales y de su entorno al ejercer como juez, y la otra vertiente da cuenta de cierta esquizofrenia entre paréntesis plagada de personajes inexistentes y de insectos, pájaros y roedores que lo acosan mentalmente.

Este hermano percibe la naturaleza a través de las estrellas, de Venus en particular, de las nubes, la lluvia y el frío de un paisaje sureño que lo encapsula, pero a la vez lo sitúa en el centro del mundo como él lo percibe, un lugar donde la palabra también aprisiona o libera según su carga poética.

Una lucidez desafiante

La estructura vuelve a ser impecable en esta última novela, surgiendo de la prodigiosa memoria del autor, hilvanando frases que navegan entre lo filosófico y lo religioso, siempre al servicio de lo profundo y trascendente.

El hermano menor es un verdadero filósofo que deshoja a veces emociones y otras unos certeros razonamientos sobre el narrador, muchas veces culpándolo a este de su extravío mental. Como es habitual en la obra de Juan Mihovilovich, vuelven a aparecer víctimas y victimarios en su espacio narrativo.

Acaso el hermano menor es víctima de la imaginación del escritor, pero a la vez es víctima de la suficiencia que ha ostentado su hermano antes de que lo recluyeran.

Sin ir más lejos, el hermano menor destila una lucidez desafiante, pero a la vez está muy bien logrado su relato esquizofrénico (reforzado en textos entre paréntesis) sustentado en el miedo al mundo de afuera, describiendo además una paranoia ante el mundo astronómico y la naturaleza que lo deslumbra.

Esa desconfianza hacia su hermano juez (y hacia los otros) se ve extendida en la figura materna que lo priva de cigarrillos, un bien básico para el hermano menor, que viene a simbolizar la carencia del ser humano en general.

De esta manera, en los capítulos previos al final, el hermano escritor se funde con el hermano filósofo proyectando una visión existencialista. El ser humano atrapado en su propio cuerpo se equipara al que vive encerrado tras las rejas. Ese ser humano sin pasado ni futuro, esa imposibilidad de desplazarse y renunciar a la imagen ilusoria proyectada en un espejo.

El hermano menor se siente incompleto, aunque reconoce su nacimiento y sus pulsiones sexuales, acaso las mismas de cualquier ser humano. Juan Mihovilovich extremará recursos y de la voz del hermano surge un lenguaje poético que se desliza velozmente, un deleite para el lector consciente e introspectivo.

Al final, el menor le reprocha al hermano mayor que lo haya abandonado en una clínica psiquiátrica. Le confiesa que él era su faro y el portador de la esperanza en este mundo, que su reclusión lo confinó tras unas rejas y unos celadores socavaron su libertad.

Lo hace responsable de su condena personal, tan responsable como de estas palabras que han sido escritas por ambos.

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Aníbal Ricci Anduaga (Santiago, 1968) es un ingeniero comercial titulado en la Pontificia Universidad Católica de Chile, con estudios formales de estética del cine cursados en la misma casa de estudios (bajo la tutela del profesor Luis Cecereu Lagos), y también es magíster en gestión cultural de la Universidad ARCIS.

Como escritor ha publicado con gran éxito de crítica y de lectores las novelas Fear (Mosquito Editores, 2007), Tan lejos. Tan cerca (Simplemente Editores, 2011), El rincón más lejano (Simplemente Editores, 2013), El pasado nunca termina de ocurrir (Mosquito Editores, 2016) y las nouvelles de Siempre me roban el reloj (Mosquito Editores, 2014) y El martirio de los días y las noches (Editorial Escritores.cl, 2015).

Además, ha lanzado los volúmenes de cuentos Sin besos en la boca (Mosquito Editores, 2008), los relatos y ensayos de Meditaciones de los jueves (Renkü Editores, 2013) y los textos cinematográficos de Reflexiones de la imagen (Editorial Escritores.cl, 2014).

Sus últimos libros puestos en circulación son las novelas Voces en mi cabeza (Editorial Vicio Impune, 2020) y Miedo (Zuramérica Ediciones, 2021).

«Yo mi hermano», de Juan Mihovilovich (2015)

Aníbal Ricci Anduaga

Imagen destacada: Juan Mihovilovich.