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«Requisitos para ser una persona normal», de Leticia Dolera: Buscando ser feliz a pesar de la “realidad”

Esta comedia española del año 2015 está dirigida por una realizadora que además firma el guión e interpreta a la protagonista María de las Montañas. Es su primer largometraje, tras rodar diversos cortos. Obtuvo premios como los del Festival de Cine de Málaga y nominaciones en otros concursos de prestigio. Se trata de una obra audiovisual fresca que retrata a la sociedad actual, en especial las dificultades que encuentran los jóvenes y los no tanto para lograr trabajo y acceder a la vivienda. También habla de la soledad y de las relaciones (amorosas, familiares y sociales).

Por Jordi Mat Amorós i Navarro

Publicado el 11.9.2018

 

Preliminar

La comedia está ambientada en Catalunya, España, Europa; pero bien podría ser cualquier otra ubicación del mundo. La protagonizan, además de Leticia Dolera (genial y muy divertida), Manuel Burque que está espléndido como Borja, la veterana Silvia Munt interpretando a Bárbara (la madre de María) de forma impecable como es habitual en ella y Jordi Llodrá que encarna convincentemente a Álex el genial hermano de María. Tiene un pequeña intervención la gran actriz Carmen Machi (Luisa, amiga de Bárbara) y el siempre divertido Toni González (profesor de risoterapia y de cata). Resaltan la excelente selección de temas musicales con letras muy apropiadas; y la frescura que aporta a la película el uso de rotulaciones sobreimpresas de palabras y de dibujos.

 

«El mundo entero es un teatro».
William Shakespeare

«Lo maravilloso de esta vida es ir sintiéndola a cada paso, viviéndola como lo que es: un regalo. Un regalo que para muchos está sin abrir».
Cristina Inés Gil

«La felicidad es amor, quien sabe amar es feliz».
Herman Hesse

 

“Realidad” y “normalidad”

Este mundo que nos ha tocado vivir es desde hace demasiado tiempo tremendamente injusto. Las necesidades básicas no se atienden o bien se consideran de forma insuficiente. La alimentación, la vivienda, la educación, la salud y el trabajo que se plantean como derechos para todo ser humano en tantas cartas magnas son ninguneados con inpunidad. Se da como hecho que del famoso “salud, dinero y amor” es el dinero lo primero y el amor lo último, triste para el que lo sufre (la mayoría de la sociedad oprimida por ese “poder” ciego) y triste para el que lo inflige (la minoría “rica” en posesiones pero a menudo pobre en vivenciar). Por mucho que haya gente no quiera admitirlo, se sabe que el dinero-posesiones no hacen la verdadera felicidad. Entiendo que la verdadera felicidad se encuentra en la riqueza del sentir, en la capacidad de vivir a pesar de lo que sea, en la riqueza del amar.

En esta “realidad” de nuestro mundo los niños tienen prohibido ver hacer el amor y permitido ver hacer la guerra. En esta “realidad” se tiende a ensalzar personajes impresentables y a arrinconar personas con mayúsculas. En esta “realidad” muchas personas viven solas o se relacionan más mediante los dispositivos y redes sociales que con el contacto físico. En esta “realidad” parece que la libertad se reduzca a la “libertad” de elegir la marca o modelo de un producto dado. En esta “realidad”…

Nos movemos en un mundo invertido en el que no resulta fácil vivir. Un mundo donde la ”normalidad” roza la aberración, un mundo cada vez más grotesco que simultáneamente duele y hace reír. Progresivamente los dirigentes cada vez son más esperpénticos como clowns que parecen avisar que tras la aparente tragedia que tanto duele se esconde la otra cara; son las máscaras del teatro griego. Las máscaras de una tierra extraña, del teatro de la vida en la que cada una o uno de nosotros interpretamos uno o diversos papeles sin ser a menudo conscientes del por qué; las máscaras que nos protegen, nos aíslan y nos impiden conocer-ser con autenticidad.

En este contexto se enmarca esta película y es mediante la comedia que Dolera enfoca la “realidad” de la sociedad actual. A mí entender, el humor es una buena terapia para la mayoría de las situaciones y más para las que son aberrantes. Así, muchos preferimos ver lo que ocurre a través de programas humorísticos inteligentes y no en serios noticieros; y cada vez más realizadores optan por la comedia como forma de mostrar-denunciar lo que hay.

La historia empieza con María en una entrevista de trabajo que entendemos no pasa por no encajar en el “perfil” de persona “normal” que parecen buscar. Ella es una treintañera en paro que ha realizado multitud de cursos y licenciaturas pero que para nada le han servido, y le acaban de hechar del piso por no pagar el alquiler. Así que le toca volver a casa de su madre viuda con la que no se habla, donde vive aún su hermano menor Alex “discapacitado psíquico” quien siempre ha tenido las cosas más claras que ella. María vuelve a casa y será su oportunidad para solucionar viejas heridas con su madre, viejas heridas que le afectan a ella, que le impiden reconocerse y aceptarse, que hacen que se aísle, que le dificultan amarse y por tanto amar. Oportunidad que aprovechará con la ayuda de su nuevo amigo Borja, compañero de trabajo de Álex.

 

Los actores Manuel Burque y Leticia Dolera en «Requisitos para ser una persona normal» (2015)

 

Las heridas

La película nos muestra las grandes dificultades de comunicación que tienen madre e hija. Bárbara no se atreve a entrar en la habitación de María para reencontrase con su hija cuando esta regresa, claro reflejo del abismo que existe entre ellas. Álex le dice a su hermana que la madre sigue encerrándose en el coche del padre en el garaje cuando está triste (en una escena Dolera nos la muestra escuchando música francesa de tono suave Je l’Aime-Yo lo amo con voz femenina; como reflejo de que aún es muy importante en ella el “amor” por su hombre ya difunto).

La madre quiere aproximarse al mundo de María. La vemos entrar en su habitación cuando ella está en el baño y observar sus libros de autoayuda, sin atreverse a hablarle. Bárbara dice a sus amigas que desearía decirles a sus hijos que ha sido una mala madre.

Con posterioridad María ve que su madre tiene su mismo libro de autoayuda Vivir feliz en el salón. Borja le sugiere que hable con Bárbara. Ahora es María la que entra en la habitación de su madre y observa el retrato familiar que tiene allí. Así, recuerda que era un día de excursión a la montaña, un día con ratos alegres y ratos desagradables (sus padres discutieron en el coche al regresar a casa, discutían a menudo y él la insultaba) Recuerda como después de las discusiones el padre se encerraba en su despacho (simbolizando su visión cerrada del mundo) y la madre en el coche (imagen de su búsqueda-deseo de salida hacia otros mundos) Vemos que en la foto Bárbara tiene un brazo vendado, pero da la sensación de que María no lo quiere-puede ver…

Entiendo que nuestra protagonista no ha asumido plenamente el conflicto de sus padres que “bebió” durante su infancia y adolescencia. Históricamente ha preferido no ver toda la dimensión del maltrato de su padre a su madre (habrán muchas connotaciones en su decisión más o menos consciente) y este hecho le afecta en sus relaciones haciendo que tienda a aislarse de la gente. María lo hará más adelante, acompañada por Borja, en su terapia con globos que tanto le ayudará a superarse.

 

“Normalidad” versus autenticidad

En la entrevista de trabajo del inicio del filme le preguntan a María qué es para ella una persona normal, a lo que contesta “aquella que tiene un trabajo, una casa, una pareja, aficiones, vida social, vida familiar y que es feliz” (todo con imágenes en las que vemos como vive y se siente ella, está sola y no parece feliz). Y a la pregunta de si cree que cumple todos esos requisitos ella dice que sí, claramente todos; mientras se nos muestra como mentalmente los tacha.

María a pesar de no ser feliz es una chica muy especial, expresiva, auténtica… pero no se lo reconoce-valora. Tras la entrevista ella quiere creer que si llega a cumplir los requisitos de persona “normal” que ella misma citó será feliz. Álex ve la lista de su hermana y le pregunta por qué quiere ser “normal”, ella contesta porque es lo que quiere todo el mundo. Álex le dice que él no, entonces María acaba confesando que lo quiere lograr para encajar.

Así, la vemos contactando con una antigua compañera de instituto que sí es “normal” y entrando en su mundo; incluso sale con Gustavo un amigo de esta. Un mundo de estereotipos, un mundo de “gente bien” que supuestamente cumplen los requisitos. María quiere encajar ahí pero se da cuenta de que la “normalidad” de esas gentes es una triste y patética máscara para esconder vacíos, que no son  para nada personas auténticas, que lo que hacen es fingir ser felices. Se da cuenta que no es la normalidad de un patrón determinado, es la autenticidad de una persona afortunadamente única. Es la autenticidad de Álex, Borja y ella misma. Es la autenticidad propia que María no reconoce, no valora, no ama por sus heridas no curadas.

 

Núria Gago y David Verdaguer en «Requisitos para ser una persona normal» (2015)

 

Amarse, amar para llegar a ser feliz

María no recuerda cuando le gustó una persona de verdad, se acuerda de que en la escuela le gustó un chico pero cuando se lo dijo este se apartó de ella; así cree que las declaraciones de amor no son su fuerte.

A Borja le gusta María, la gente los ve como pareja, cada vez hay mas complicidad pero ella despista como no queriendo verlo. Con Borja juegan, ríen e incluso intimidan compartiendo pedos bajo una manta. A Álex, que encarna la autenticidad reconocida, le gusta Borja como pareja de su hermana.

Al poco de conocerse se nos muestra a la pareja en un bar, él le pregunta qué es la felicidad y María responde que no lo sabe. Así, acuden los dos a un taller de risoterapia para superar los miedos y alcanzar la felicidad. Los vemos en el coche del padre de ella con los globos que les dió el terapeuta para realizar un ejercicio de superación, ella le dice a Borja que escriba todo aquello que le disgusta.

Aparecen las palabras. Él: soledad, miedo, gordo, rechazo (Borja no acepta su físico y no se cree atractivo para las mujeres) Ella: mama (vemos a María con la foto, ahora sí observando como ella la está abrazándo con un brazo vendado), gritos-golpes (se nos muestran las imágenes de su madre sola en el coche triste y María llorando al darse cuenta), culpa (la madre tapándola cuando se ha quedado dormida diciéndole lo siento, te quiero mucho) Sueltan los globos por la ventana del coche en movimiento (el coche, vinculado al padre que dirigía-dominaba la familia y a la madre que se dejaba dirigir-dominar por su “amor” a él; el coche como símbolo del curso-viaje vital). Resaltar que la imagen de la suelta de los globos multicolores y el cielo azul es bellísima. A continuación vemos a la madre entrando en el despacho para vaciarlo (el mundo del padre) y un globo rojo que vuela alto (la rabia y la ira que ya se liberan). Todo al son de la canción In your arms-A mis brazos interpretada por Tulsa, versión de la original de Nick Cave que nos habla de alguien que por encima de todo cree en el amor auténtico.

En la siguiente escena en el coche, tras haber liberado los globos, vemos a Borja conduciendo preguntándole a María si está bien. Responde que sí. Por fin ella tiene claro que su prioridad es el amor por las personas queridas. Con su hermano nunca hubo distancias; pero con su madre y con Borja sí (a él lo había relegado a ser solo su amigo).

Vemos a María en el garaje de casa esperando sentada en el asiento del copiloto del coche. Bárbara se da cuenta y entra. María le entrega una cinta de cassette en donde se lee “para cuando mamá está triste” con todo lleno de corazones. Se oye la voz de Álex y María niños explicando sus cosas con un “te queremos mami”. María para la cinta y le dice “te quiero mami” y ella “y yo a ti hija”. María le pide perdón por haber sido mala hija y no haberla ayudado con lo de papá, Bárbara le dice que la “culpa” fue suya por querer a su hombre y seguir queriéndole toda su vida. Nuestra protagonista coge de la mano a su madre y esta se la besa. María le comenta que está muy guapa con el pelo suelto (reflejo de la libertad que ha alcanzado al vaciar el estudio y así acabar con el dominio de su “amor” a él) y rien cómplices.

Le dice la verdad a Gustavo, se despide de él y de su mundo “normal”. Y va al encuentro de Borja. Le vemos en el almacén donde trabaja justo antes de abrir, se oye la voz de Maria que le pide que acuda a la sección de cocinas (imagen del corazón del hogar). Está aún a oscuras, le ha dejado notas Quiero (en la cocina)… una tercera (en un reloj-el tiempo necesario para la comprensión)… cita (en unos espejos-símbolo del ver la verdad). Todo en alusión a que la tercera cita con alguién es la definitiva, tal y como le había dicho Borja cuando estaba con Gustavo. Le espera en un banco de jardín con su césped (imagen del hogar al aire libre) y le verbaliza que le gustaría tener una tercera cita con él, le dice que se ha dado cuenta de lo mucho que le gusta. Borja está encantado. Así, decide que se queda con ella aunque le habían aceptado un traslado a Esto-colmo (donde huía por no soportar la situación).

Como imagen de su amor compartido, Dolera elige la simbólica iluminación de una bombilla-lámpara que fue lo que hizo que Borja se fijara en María la primera vez que se conocieron cuando ella buscaba una bombilla. Borja la acompaña a encender y apagar lámparas individualmente en la oscuridad para así poder valorar y ver la diferencia de cada una (lo que le dijo María en esa ocasión). Prueban varias, Borja le pregunta por una y María contesta que es su favorita; él le dice “pues esta es la tuya” y se besan (la luz es de tonalidad fucsia-rosa).

Al final tachan lo de normal del enunciado del filme y se quedan con requisitos para ser persona. Y vemos como son en su caso: leer en sueco, comer helado, bailar, tener ataques de risa, hacer striptease… Ahora sí el amor es lo primero, ahora sí son felices a pesar de la “realidad”.

 

Jordi Mat Amorós i Navarro es pedagogo terapeuta por la Universitat de Barcelona, España, además de zahorí y poeta.

 

 

 

 

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