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«Roma»: Un filme para escritores y la memoria centroamericana

La cinta escrita y dirigida por el realizador mexicano Alfonso Cuarón es analizada en su vertiente literaria y simbólica, por el redactor salvadoreño del Diario «Cine y Literatura», en paralelo con la columna publicada, a su vez, por el Premio Cervantes 2017, el nicaragüense Sergio Ramírez, en «El País» de España.

Por Sergio Inestrosa

Publicado el 21.12.2018

Recientemente el escritor nicaragüense Sergio Ramírez escribió, en el periódico El País, comentando la película Roma (2018) del director mexicano Alfonso Cuarón (1961): la sensación que he tenido al ver Roma es de una minuciosa exploración sentimental de la infancia, cada fotograma en blanco y negro es una pieza infaltable.

Mi mujer no podía estar más de acuerdo con don Sergio. Hemos visto, mi mujer y yo, el filme anoche en la comodidad de la casa, pues ya está en Netflix, y nos ha hecho añorar todos esos años que vivimos en la entrañable Ciudad de México.

Quizá no todos sepan que la colonia Roma está habitada en su mayoría por gente de clase media, pero no siempre fue así. Según se puede leer en diversos sitios en el Internet, la colonia Roma nació en 1903 a iniciativa del político Pedro Lascuráin quien compró los terrenos de los Potreros Romita (de allí su nombre) y mandó a construir un fraccionamiento, como se le llama en México, lejos del hacinamiento del Centro Histórico, para que la clase alta, de ese entonces, pudiera vivir lejos de la pobreza que había en colonias aledañas al Zócalo.

La creación de esta colonia, como de su par la colonia Condesa, significó un paso importante para la administración de Porfirio Díaz. Estas nuevas colonias prometían alumbrado eléctrico, saneamiento, agua y una mejor pavimentación. Durante los años de la Revolución el crecimiento de la Ciudad de México se detuvo, pero no así el de la colonia Roma que siguió creciendo con estilos arquitectónicos predominantes en esa época como el Art Nouveau y el Art Déco.

En los años 20 la colonia Roma se convirtió en una zona que albergaba a familias pudientes y esto la colocó como una de las colonias de mayor rango social en la ciudad. En este barrio vivieron por igual carrancistas (seguidores de Venustiano Carranza, uno de los líderes de la Revolución Mexicana que murió en 1920) y obregonistas; el mismo presidente Álvaro Obregón vivió en la colonia. Además de ellos, en esta parte de la urbe vivieron grandes personalidades de la cultura y de las artes como es el caso de: Pita Amor, Fernando del Paso, Sergio Pitol, Leonora Carrington, Jack Kerouac, William Burroughs, por mencionar algunos.

Las calles de la Roma tienen en su mayoría nombres de ciudades mexicanas y esto, según algunos, obedece al éxito de las giras del famoso circo-teatro Orín, que era la sensación en la sociedad porfiriana gracias a la presencia del payaso inglés llamado Richard Bell, quien además de arrasar en la Ciudad de México, cada seis meses se presentaba en el interior de la República con notable éxito.

El terremoto de 1985 destruyó buena parte de la Roma pero sus habitantes le han vuelto a dar vida y la han convertido en uno de los centros culturales más importantes del país. Hoy en día la colonia se divide en dos partes: La Roma Norte y la Roma Sur.

Hay un doble relato en Roma, continúa don Sergio Ramírez: uno íntimo, que retrata la vida de una familia abandonada por el padre, aunque la historia se desliza hacia la figura de Cleo, la empleada doméstica mixteca que es el alter ego de la nana que marcó la vida de Cuarón, Libo Rodríguez, “su segunda madre”.

Y aquí justamente es donde las opiniones sobre la película filmada en blanco y negro (no podía ser de otra manera para poder evocar los años ’70 en la ciudad de México) se dividen; pues para algunos el filme ha puesto el dedo en la llaga en torno a la marginalidad en que viven las empleadas domésticas en México. Este es el caso de Norma Palacios, secretaria general del Sindicato Nacional de Trabajadoras y Trabajadores del Hogar en México, quien aplaude que la historia de una mujer indígena se haya llevado de este modo a la pantalla grande.

Para otros, sin embargo la cinta no aporta nada nuevo, y si bien el director con su historia detalla las incansables labores de la protagonista como trabajadora del hogar: la limpieza, el cuidado de los hijos, el lavado de ropa, la preparación de los alimentos, la recogida de la caca del perro, el apagar las luces antes de ser la última en irse a acostar, etcétera, y todo ello sin ser recompensada como se merece.

Para mi gusto el filme no tiene, ni tiene por qué tener, el interés de sacar de la invisibilidad a las empleadas domésticas, esa es una de las muchas lecturas que el público puede hacer de la obra. A mi entender el título es una creación de arte audiovisual porque logra el cometido de rememorar una época particular en la vida de una familia en la Ciudad de México, el inicio de la década de 1970, y en este sentido la película cumple con creces.

En cuanto a las trabajadoras domésticas le toca al gobierno crear una ley que otorgue derechos a este grupo laboral y velar porque los patronos cumplan lo establecido por la ley, y si el filme ayuda a ello qué mejor, pero no es tarea de la cinta hacer eso: no se trata de una película de denuncia.

El problema de los trabajadores domésticos es poco valorado, pero no solo en México sino en la mayoría de los países de Occidente y para muestra los datos que nos ofrece el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), en México: 2,3 millones de personas se dedican al trabajo del hogar y de ellas, el 92 % son mujeres. Sin embargo, sus condiciones laborales, son precarias: sólo el 12% cuenta con alguna prestación laboral como aguinaldo, vacaciones o seguro médico y solo el 2% cuenta con un contrato; y por si fuera poco, según esta institución, una de cada cinco trabajadoras domésticas comenzaron a trabajar siendo menores de edad, entre los 10 y los 15 años.

El otro relato de la obra audiovisual de Cuarón -que según don Sergio corresponde- es a la vida pública, el de la segunda masacre de estudiantes por parte del grupo paramilitar “Los Halcones”; es para mi gusto poco destacado en la película pese a que el novio de Cleo, es miembro de ese grupo, y ella es testigo directo del acto de represión ocurrido el jueves de Corpus de 10 de junio 1971. Que sea poco destacado no me sorprende, pues la cinta no intenta ser una película política, el hecho se menciona porque cae dentro del momento histórico que se está contando, de otra forma ni se habría mencionado, como no se describe la Masacre del 2 de octubre en Tlatelolco.

Y termina su texto don Sergio diciendo: «Cuando pasan al final los créditos, mi sensación es de asombro. He visto desplegarse ante mis ojos un pasado de relieves concretos». En esto estamos, mi mujer y yo, totalmente de acuerdo con don Sergio: el filme nos deja asombrados por la capacidad del director de recrear hasta sus últimos detalles una época concreta de la vida en la Ciudad de México.

 

Sergio Inestrosa (San Salvador, 1957) es profesor de español y de asuntos latinoamericanos en el Endicott College, Beverly, de Massachusetts, Estados Unidos, además de redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

Un fotograma de la cinta «Roma», del realizador mexicano Alfonso Cuarón

 

 

 

 

Tráiler:

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