Bajo la euforia mundialista, hasta el Papa ha dicho presente al enviar un saludo a través de twitter a quienes siguen el evento. Y es que, a propósito del fútbol, pueden pasar muchas cosas, que solo después una vez que todo termine y nos quede la resaca deportiva lograremos ver con claridad, aunque tal vez entonces sea demasiado tarde.
Por Sergio Inestrosa
Publicado el 26.6.2018
Dice el escritor mexicano Juan Villoro, en un artículo publicado hace unos días por el periódico español El País, que: “El fútbol es una actividad incalculable donde la imaginación justifica resultados. No hay modo de explicarlo con objetividad”.
Y yo digo dichosos aquellos ciudadanos cuyos países han tenido la fortuna de no haber ido al Mundial de Fútbol, solo ellos pueden dedicarse a mirar (si les place) los partidos o pasar de largo pues la cosa, en realidad, no tiene que ver con ellos, lo mismo pronto les ocurrirá a aquellas naciones ya eliminadas.
Bajo la euforia mundialista, hasta el Papa ha dicho presente al enviar un saludo a través de twitter a quienes siguen el evento: “Envío un cordial saludo a los jugadores y a cuantos seguirán el Campeonato Mundial de Fútbol que comienza hoy en Rusia. Espero que este evento deportivo constituya una auténtica ocasión de encuentro y de fraternidad”. Y es que, a propósito del fútbol, pueden pasar muchas cosas, que solo después una vez que todo termine y nos quede la resaca deportiva lograremos ver con claridad, aunque tal vez entonces sea demasiado tarde.
He aquí algunos posibles escenarios, Trump puede seguir poniendo aranceles a los productos de todos los países a los que les compra (que son casi todos los países del mundo); ojo avisor amigos chilenos, las uvas, las manzanas, el vino, el cobre: todo eso puede pronto tener aranceles; los canadienses y los mexicanos ya están avisados (claro está que el problema para México es que pueden distraerse con la tan buena actuación que su selección ha hecho en Rusia) tanto es así que incluso los resultados de las elecciones del próximo primero de julio pueden cambiar; de modo que más vale que López Obrador ponga atención y comente respecto a la selección no sea que por allí el alicaído candidato del PRI (escogido a pulso para perder las elecciones y no se diga que en México no hay alternancia política) se monte sobre los éxitos de la selección y gane la presidencia.
Y qué decir de Costa Rica (bello país que me acoge todos los veranos) que ya han sido eliminados de la competencia y han decepcionado a todos por igual, sobre todo después la extraordinaria actuación en el mundial de hace cuatro años. Y en Panamá donde el fútbol jamás había importado ahora están hechos unos locos con su selección, pese a que saben que pronto estarán de regreso. Lo mismo ha pasado con Perú que ya podrán volver a tratar de poner orden en su casa con tanta corrupción que se ha ido descubriendo.
Y qué decir de CR7 que se ha vengado del fisco español metiéndoles nada menos que tres goles y ahora sabemos que la selección Argentina todavía se aferra a la esperanza, pese a que su líder Messi un genio cuando juega con el Barcelona y otra muy distinta cuando lo hace con su selección, ha estado lejos de su nivel de juego habitual. Uruguay, por su parte, con su acostumbrado estilo ya está en la segunda ronda aunque tendrá que medirse o a España o a Portugal, aunque nunca puede descartárseles a los charrúas y por allí dan la sorpresa y se meten entre los cuatro primeros.
Y aunque los iraníes ganaron un partido, el gran ganador del Mundial es Putin (que parece ganar no sólo en el fútbol sino también en la política): su selección se despachó no sólo con cinco en la inauguración y seguramente pasará como líder del grupo, sino que además su mayor defensor y admirador político (el DT, en siglas que no corresponden a director técnico) ha pedido a voz en cuello el regreso de Rusia al G-7, aunque recientemente ha hecho públicas sus simpatías y ha dicho que le gustaría que su gente lo admirara como los norcoreanos admiran a Kim Jong-un, lo que a toda luces revela un deseo poco democrático.
Y en el plano de la cultura, las artes, el cine, mientras el Mundial acapara a millones de televidentes, las artes obviamente se resienten, y por lo pronto su servidor entre a poner un ojo a la pantalla y terminar el libro de cuentos de Sergio Pitol, ha invertido más tiempo que el normal y esto que ya me esperan las poesías de Raúl Zurita y su libro Anteparaíso, que espero poder comentar un día de estos.
Por lo pronto, en el último cuento del libro de Pitol que se titula “El oscuro hermano gemelo” hay una referencia que yo incluí en mi primera publicación en Cine y Literatura titulada “La preponderancia del autor” sobre los Cuadernos de Lanzarote de José Saramago. Es una lástima que en el momento que escribí sobre el Nobel portugués no conociera el texto de Pitol, pues habría incluido esa larga cita en aquella ocasión, pero como nunca es tarde para enmendarse y a propósito del cansancio que nos produce tanto fútbol la incluyo aquí.
Sergio Pitol afirma: “La última novela de José Donoso, Donde van a morir los elefantes, lleva un epígrafe de William Faulkner que ilumina la relación de un novelista con su obra en proceso: A novel is a writer’s secret life. The dark twin of a man (Una novela es la vida secreta de un escritor. El gemelo oscuro de un hombre). Un novelista, continúa Pitol, es alguien que oye voces a través de las voces. Se mete en la cama y de pronto esas voces lo obligan a levantase, a buscar una hoja de papel y escribir tres o cuatro líneas, o tan solo un par de adjetivos o el nombre de un planta. Esas características, y unas cuantas más, hacen que su vida mantenga una notable semejanza con la de los dementes, lo que para nada lo angustia; agradece, por el contrario, a las Musas, el haberle transmitido esas voces sin las cuales se sentiría perdido. Con ellas va tratando el mapa de su vida. Sabe que cuando ya no pueda hacerlo le llegará la muerte, no la definitiva sino la muerte en vida, el silencio, la hibernación, la parálisis, lo que es infinitamente peor” (Páginas 242-243).
Y, en ese momento, cuando terminé de leer el libro de Pitol, pensé en Philip Roth que dejó de escribir en el 2010 y que como bien saben murió hace unas cuantas semanas pero quizá, y pensándolo bien, ya estaba muerto en vida, pues hace ocho años sintió que ya no podía escribir.
Y ahora Zurita me reclama y aunque esa es harina de otro costal, y será materia para otra oportunidad, cuando sintamos la necesidad urgente de distraernos de las derrotas, los triunfos o la indiferencia que nos produce el Mundial de Fútbol que por lo pronto acapara las pantallas de televisión y que los políticos listillos aprovechan para anotar goles a su propia población y a otros pueblos que adormecidos por la pasión del balón que rueda se adormecen y cuando despiertan se dan cuenta que la realidad es más pesada que antes del tradicional evento.
Así que ojo, mucho ojo, y buena suerte para sus equipos si es que están pendientes de lo que pasa en el Mundial, como lo hemos estamos todos aquí en Costa Rica con la «Sele» que no supo estar a la altura de hace cuatro años.
Sergio Inestrosa (San Salvador, 1957) es profesor de español y de asuntos latinoamericanos en el Endicott College, Beverly, de Massachusetts, Estados Unidos.
Crédito de la imagen destacada: Lionel Messi, por Alex Livesey, de Getty Images