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Se ha ido un grande de la literatura estadounidense, pero nos deja su audacia: Adiós a Philip Roth

El narrador que nos ocupa fue el más joven de un grupo de extraordinarios escritores norteamericanos que en los años ’50 tomaron el relevo de lo que se conoce, en Estados Unidos, como la «generación perdida”. La mayoría de estos creadores tienen en común el ser de origen judío (y como dicen mis amigos de ese pueblo, ser judío es un destino). A este grupo también pertenecen Saul Bellow, Norman Mailer y Bernard Malamud, y John Updike, el único de ellos que no era semita.

Por Sergio Inestrosa

Publicado el 8.6.2018

Mucho se ha escrito recientemente con ocasión de la muerte del escritor estadounidense Philip Roth (1933 – 2018). Este breve texto, que a continuación presento, no aporta nada nuevo para quien esté familiarizado con su trayectoria y su extensa obra; pero espero sea una motivación para quien nunca haya tenido la oportunidad de leerlo.

Philip Roth nació en Newark, New Jersey, en 1933, y fue el narrador más joven de una generación de extraordinarios escritores norteamericanos que en los años ’50 tomaron el relevo de lo que se conoce, en Estados Unidos, como la «generación perdida”. La mayoría de estos creadores tienen en común el ser de origen judío (y como dicen mis amigos hebreos, ser judío es un destino). A este grupo pertenecen también Saul Bellow, Norman Mailer y Bernard Malamud, y John Updike, el único de ellos que no era semita.

La obra de Philip Roth es muy extensa, cuenta con más de treinta títulos de ficción, además de libros de ensayo y de memorias personales. La bibliografía de Philip Roth recibió muchas distinciones; entre ellas el National Book Award (premio que recibió en dos ocasiones) la primera vez por su volumen de relatos Adiós Columbus (1960), cuando solo tenía veintisiete años, lo cual no dejó de sorprender al mismo Roth. Además de este galardón recibió el Nacional del Libro del Círculo de Críticos de Estados Unidos (igualmente en dos oportunidades), y también fue distinguido con tres premios PEN/Faulkner, un Pulitzer, el Man Booker International y el Príncipe de Asturias de las Letras. Su nombre, como el de nuestro Borges, sonó siempre para el Nobel de Literatura, el cual nunca recibió. En el 2011, el presidente Obama condecoró a Roth con la medalla nacional de las humanidades, por su contribución a la literatura estadounidense.

Entre los varios temas que explora Philip Roth en su obra están el de la sexualidad y el de la lujuria masculina; este es el tema de su libro El lamento de Portnoy (1969) en el cual retrata a un adolescente libidinoso que tiene sexo hasta con su guante de béisbol. Otro de los tópicos que aborda en sus creaciones es el de la identidad judía, el antisemitismo y la experiencia hebrea en los Estados Unidos; otro de sus argumentos favoritos fue el de la existencia humana y justamente con esta trama dio inicio a lo que él mismo llamó la «Trilogía americana» que se inicia con la novela Pastoral americana (1997), que es, sin duda alguna, una de sus mayores ficciones. El otro fenómeno dramático del cual se ocupó Roth (especialmente en sus últimas publicaciones, casi todas ellas «cortas») fue el de los estragos de la edad y la muerte; este diagnóstico lo vemos en las novelas Sale el espectro (2007) y Némesis (2010).

Según sus críticos, el vehículo favorito de Roth para explorar este repertorio de temas fue aparecer él mismo como protagonista o echar mano de la creación de alter egos ficticios que usaba como intermediarios, desdibujando así la frontera entre la autobiografía y la invención, entre la vida y la ficción.

En una entrevista de 1984 a Hermione Lee Roth aseguró que: “la literatura no es un concurso de belleza moral, su poder surge de la autoridad y la audacia con la que se realiza la suplantación; la creencia que inspira es lo que cuenta”.

En cuanto a la política, al referirse al actual presidente de los Estados Unidos, Roth dijo que nadie podría haber previsto la “catástrofe” que se vive actualmente en el país.  En su novela La conjura contra América (2004), el autor creó un personaje que es electo presidente de los Estados Unidos en 1940, derrotando nada menos que a Franklin D. Roosevelt, y cuyo nombre es Charles Lindbergh. Con este resultado electoral se cambió el destino de los Estados Unidos y del mundo (escenario al que quizás estemos asistiendo en este mismo momento).

El novelista muestra al presidente como fascista, y un firme defensor de la supremacía blanca. Aún así, dijo Roth en su momento, que por lo menos Lindbergh era un “héroe americano”, por su hazaña de ser el primer piloto en cruzar el Atlántico en solitario en un avión, en 1927. Frente a él: “Trump  es un fraude masivo, la suma malvada de sus deficiencias, vacío de todo, salvo de la ideología hueca de un megalómano”.

En cuanto al oficio de escribir Philip Roth dijo, alguna vez, que para él escribir era una entrega dolorosa: “Cada mañana, siento que desciendo a una mina, de la que al final de la jornada regreso con los materiales que después he de pasar a la página”. Y según los expertos en su obra, este creador encarna la idea del escritor total, como lo fue también Kafka, y el oficio le exigía una entrega completa, sin fisuras; casi un sacrificio, por ello mismo no sorprende que un buen día haya decidido dejar de escribir. Poco después de parar en el 2010, aunque sus lectores no nos enteramos hasta el 2012.  En una entrevista posterior en el periódico The New York Times, Roth aseguró que: “Leer ha reemplazado el placer de escribir y constituye el principal estímulo de mi vida intelectiva”.

Para quienes aún no han tenido la oportunidad de leer nada de Philip Roth, aquí anoto algunas de sus obras más conocidas: El lamento de Portnoy (1969), Operación Shylock (1993), El teatro de Sabbath (1995), Pastoral americana (1997) novela que antes he comentado muy brevemente, La mancha humana (2000), La conjura contra América (2004), Elegía (2008), y Némesis (2010).

A continuación comparto unas pinceladas de lo que es la novela Pastoral americana. En este título el protagonista se llama Swede Levov, un hombre alto, fuerte, un hombre de negocios que ha heredado una fábrica de guantes, aparentemente brillante y siempre en control de la situación. Swede nació en Newark (como el mismo Roth) y en sus años de estudiante fue un atleta destacado, admirado por las chicas tanto así que se casó con Dawn (señorita Nueva Jersey, 1949). Del matrimonio nació una hija tartamuda (Merry). El núcleo formado es una familia típica de clase media acomodada, tienen casa en un barrio residencial y presumen de una vida cómoda. Es un grupo que vive lo que se conoce comúnmente como el sueño americano. La trama ocurre en los años de la guerra de Vietnam.

Merry está en terapia para superar su tartamudez, pero el tratamiento no le está ayudando en nada para resolver su problema; además, como buena adolescente Merry tiene enfrentamientos con sus padres, especialmente con su madre y, poco a poco, la joven se va radicalizando al mantener contacto con unos amigos de Nueva York (ciudad a la que viaja todos los fines de semana), algunos de ellos han dejado ya la escuela y ahora se dedican a protestar activamente contra la guerra.

Levov confronta a su hija y le prohíbe que vaya más a Nueva York, para evitar que vea a sus amigos; como alternativa le sugiere que proteste en su pueblo, que involucre a la gente de su comunidad para que se interesen por la guerra, él no lo ve mal. Un día Merry pone una bomba en la oficina de correos de su pueblo y un transeúnte inocente muere; esto destruye a la familia.

 

Sergio Inestrosa (San Salvador, 1957) es profesor de español y de asuntos latinoamericanos en el Endicott College, Beverly, de Massachusetts, Estados Unidos.

 

 

«Pastoral americana» (1967) -ganadora del Pulitzer- es para muchos la obra maestra de Philip Roth

 

 

Crédito de la imagen destacada: Philip Roth, por Getty Images

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