Cuando el realizador estadounidense escribe en su confinamiento personal —dentro de ese encierro global, propiciado por la pandemia mundial del Covid-19—, la secuela del filme que lo consagrara en el Festival de Cannes versión de 1989, el poeta y juez chileno reflexiona en torno a los alcances dramáticos de esa historia audiovisual interpretada por los inolvidables James Spader, Andie MacDowell y Peter Gallagher.
Por Víctor Ilich
Publicado el 24.5.2020
Hablemos de sexo. De eso trata el filme Sexo, mentiras y videos (1989), de Steven Soderbergh, pero decir “hablemos de sexo” es un lugar común, algo vago, un continente sin contenido. Y el contenido de cualquier vaso es el que hace la diferencia entre elegir beber el más sabroso veneno o el elíxir de la vida. En uno de los diálogos de esta película se dice que: “Los hombres aprenden a amar a la persona que los atrae, y a las mujeres les atrae la persona que aman”. Interesante aseveración.
En esta obra se logra advertir que el sexo, obviamente, es mucho más que las posiciones del Kamasutra. Y no faltaría quien podría decir que se trata de un libro hindú que comienza con uno de los mejores inventos: la cama.
Pero pareciera que compartir una cama es mucho más que salir todos los días por el mismo lado. ¿Qué significa compartir nuestra intimidad? ¿Qué abarca? ¿Un rectángulo o un círculo? En los rectángulos hay rincones que podemos ocultar; en cambio, en los círculos es imposible ocultarse.
Qué duda cabe de que el deseo sexual es poderoso. A algunos los impulsa a casarse; a otros, a romper sus matrimonios. Alguien dijo que estamos diseñados para desear y para ser deseados.
Hace unos días hablé con un amigo. Hacía años que no hablábamos, pero fue como si nunca se hubiese interrumpido nuestra conversación, como si hubiésemos dejado de hablar ayer. Me preguntó por mi familia, le pregunté por la suya. Y fue cuando me enteré de que se había separado. Llevaba dos años de separación. Le pregunté si ahora estaba con alguien, me dijo “estuve” y que tenía que ver con su separación. No en forma directa, ya que no había engañado a su esposa, según refirió. Salió del clóset, como aluden los que aprecian los eufemismos. Después de varios años de matrimonio y tres hijos.
Qué duda cabe de que hay deseos insoportables. Y si hablar de sexo es hablar de gustos, preferencias, eso implica mostrarnos, lo que también es desnudarnos, en sentido figurado, pero eso no lo hacemos con cualquiera, solo con aquellos que sabemos o creemos que no nos van a dañar de ninguna forma, aun con la indiferencia o la ridiculización. Aunque tampoco faltan los que conscientes o inconscientemente buscan el daño. En la viña del Señor hay de todo, como decía mi abuela Norma, nombre ad hoc para la abuela de un juez.
A mi amigo, le pregunté cómo se sentía ahora, dijo que bien, tranquilo y le pregunté por su esposa, cómo estaba ella: enojada, dolida.
No pude dejar de pensar en ellos esa noche, en el dolor que ambos pudieron haber experimentado, por cierto, una representación mental vaga, pero entonces recordé que la experiencia está sobrevalorada en algunos ámbitos. También vino a mi memoria la frase de un abogado que, al tiempo de haber perdido un juicio penal, dijo: echando a perder se aprende.
Echando a perder se aprende es válido cuando hablamos de situaciones en las que el beneficio de aprender es mayor que el daño ocasionado. Pero si el daño es mayor, evidentemente mayor por extensión, quien se aferre a esa frase se autoengaña, por que siempre hay otro camino que no implique dañar ni dañarse a sí mismo y a un costo de aprender menos oneroso.
La película también habla de mentiras. Varias, pero hablar de mentiras también es hablar de disfraces y distorsiones: fingir y simular, solo miente el que conoce la verdad, mas hablar con la verdad —arguyen— no basta para disfrutar de algunos de sus frutos: paz y libertad. Otros afirman que la verdad nos hace libres, pero solo si permanecemos en ella. En otras palabras, el mentiroso que reconoce que miente, solo ha dado el primer paso en el camino de su verdad. En el filme, uno de los personajes reconoce que fue un mentiroso, pero va más allá y destruye todo aquello que le permitía aferrarse a su mentira.
Si es cierto que los hombres deben aprender a amar lo que desean, el camino es arduo, un derrotero de prueba y error. Un real desafío que implica también vencer nuestro egoísmo, ese que siempre impulsa a pensar primero en nuestros intereses o bienestar para postergar el del resto. Y si amarnos a nosotros mismos conlleva no hacer nada que nos dañe o autolesione, así como tampoco que dañe al resto, a quienes desean nuestro bien, quienes sufren si nos herimos a nosotros mismos. Entonces, amarnos también es explorarnos para descubrir y discernir lo que conviene.
Hablar de sexo es explorar, hablar de nuestros deseos, fantasías, expectativas, fracasos, frustraciones, prácticas, heridas, daños, en fin, de todo aquello que nos conviene mutuamente y en forma recíproca, incluso implica hablar de nuestras mentiras. Es mucho, lo sé, puede tomar toda una vida, por algo la paciencia es la virtud que soporta aun el peso de callar y esperar el mejor momento para hablar, pero hablar sin rincones ocultos, sin sombras, sin disfraces ni distorsiones. Desnudarnos con pudor o sin él, pero hacerlo, con precisión y claridad, nada de explicaciones ambiguas, ni eufemismos.
Hay un aforismo que, de tanto en tanto, es usado en el mundo judicial: a lo imposible nadie está obligado. ¡Qué verdad! Y todo esto me hizo reflexionar sobre si es posible controlar nuestros deseos e impulsos, aquellos que batallan y habitan en nosotros, aun los deseos ocultos para algunos, que también los motivan a cometer delitos.
Y recordé que tampoco faltan quienes creen que dejarse fluir es la solución cuando el conflicto es permanente dentro de ellos. Cuando no pueden hacer lo que quieren hacer y eso se les torna insoportable. Pero si es humano, es manejable, escuché alguna vez. Todo lo humano lo podemos manejar, es decir, podemos lidiar con aquello. Huir también puede ser una forma de luchar, así como esperar una salida. ¿Cómo? Es la gran pregunta. Y también escuché que es necesario aprender a buscar para encontrar. Siempre hay una forma adecuada para cada uno, el desafío está en descubrirla. Es posible aprender a administrar nuestros propios conflictos y en ese ejercicio de administración reconocer qué es lo que realmente está bajo nuestro control. ¿Fácil? Obviamente, no. Esfuerzo y valentía, obviamente, sí.
Si algunos utilizan los videos para validarse, complacerse o, finalmente, reflejarse, es posible buscar otro espejo, otra validación y complacencia, como también es posible quitar la leña a cualquier fuego, porque a lo imposible nadie está obligado.
Mas también podemos aprender de cómo aman las mujeres y conocer cuáles son nuestros límites o qué límites nos convienen.
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Víctor Ilich nació en Santiago de Chile en 1978. Egresado del Instituto Nacional y de la Escuela de Derecho de la Universidad Finis Terrae, en la cual estudió becado. Abogado y juez de garantía en la Región de O’ Higgins. Autor de más de una docena de obras literarias. Algunas de ellas han sido prologadas y comentadas por destacados académicos, escritores y críticos como Hugo Zepeda Coll, Thomas Harris, Andrés Morales, Alfredo Lewin y Juan Mihovilovich.
Entre sus obras se puede citar Infrarrojo, poemario presentado por el académico, escritor, poeta y miembro de la Academia Chilena de la Lengua, Juan Antonio Massone del Campo, quien le ha antologado; Réquiem para un hombre vivo, poemario dedicado al poeta Juan Guzmán Cruchaga (presentado por el ministro de la Corte Suprema y escritor Carlos Aránguiz Zúñiga y el ex ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago, Juan Guzmán Tapia); La insurrección de la palabra; Arte de un ocaso vital; Baladas de un ruiseñor (poemario erótico romántico); Dragón, escorpiones y palomas; Hojas de té; La letra mata (un texto que resucita la palabra); El silencio de los jueces, un texto para sazonar el corazón, prologado, en su primera edición, entre otros, por Sergio Muñoz Gajardo, quien fuese presidente de la Excelentísima Corte Suprema de Justicia (2014-2015); Disparates, poemario relativo a la libertad de expresión y los prejuicios (2016); Cada día tiene su afán (2017), que procura motivar en la lucha del cáncer, presentado por Haroldo Brito Cruz, quien también fue presidente del máximo tribunal del país, con ocasión de la celebración del Día Internacional del Libro.
Y, además, ha lanzado el poemario titulado Toma de razón, en coautoría con Roberto Contreras Olivares, poeta y ministro de la Corte de Apelaciones de San Miguel, presentado en Hanga Roa, Isla de Pascua, en agosto de 2017. En abril de 2018 junto a otros tres jueces penales publicó el libro Duda, texto fruto del taller literario que impartió, el cual luego de terminar denominó “Ni tan exacto ni tan literal”. También, en octubre de 2019, en pleno estallido social, público Venga tu reino, poemario prologado por Felipe Berríos, S..J. y Alfredo Pérez Alencart, poeta y docente de la Universidad de Salamanca.
Por último, en marzo de este año 2020, publicó el libro Al derecho y al revés, que recopila las columnas de opinión y crítica literaria escritas bajo el alero del diario El Heraldo de Linares, quien patrocinó su cuidada edición. Libro prologado por Lamberto Cisternas Rocha, quien fuese vocero de la Corte Suprema.
Tráiler:
Imagen destacada: Un fotograma de Sex, Lies, and Videotape (1989), del director Steven Soderbergh.