«Spider-Man: Un nuevo universo»: El amanecer de un héroe aproblemado

Estamos frente a una buen filme de cómic en animación 3D, cuyos logros para producir una estética y una alteridad plausible del mundo spider están logrados. La música (el rap, especialmente Post Malone), y el ambiente, convergen adecuadamente en el trabajo de dirección (Peter Ramsey, Robert Persichetti hijo, y Rodney Rothman), logrando dar verosimilitud, dentro de la fantasía, a un título enfocado en los fans del personaje, que encuentran acá las claves y los respaldos necesarios en la historia para construir a este nuevo personaje.

Por Cristian Garay Vera e Ignacio Garay Salas

Publicado el 31.12.2018

“¿Puedes ocultar tus sentimientos para que tu moral ambigua no te corrompa?”.
Spiderman Noir al spider negro

Estamos ante una película que, más allá de su aparente simplicidad, traduce los postulados estéticos del estilo vaporwave.  En efecto, en esta nueva aventura Spiderman es trasladado al universo de los cómics en el estilo vaporwave. Este estilo, surgido en 2010, afín al estatus digital donde se origina, recalcando su conexión con juegos de video, luz neón, tonos fucsias, ultravioletas y negros, imágenes y música que se mezclan con una estética propia de los años ’70, ’80 y ’90. Los colores distorsionados y el desenfoque de las imágenes actúan para indicar lo retro y lo posmoderno al mismo tiempo, asunto que tiene en el cubo Rubik un objeto de atención ( y que se lleva uno de los protagonistas a su mundo). Estética que permite la entrada para varios spiders de otras dimensiones, o multiversos como se gusta decir en lenguaje de cómics. El personaje, creado por Stan Lee y Steve Ditko en 1962, ha transitado siempre dominado por la inseguridad y la inadecuación de los spider al mundo que le toca vivir.

En este filme, cada uno de los spider que le acompañan efectivamente salieron en breves historietas, ya fuera el cerdito, la niña rubia (Maershala Ali, Spiderwoman), la chica tecnológica con su robot, el Spiderman Noir (Nicolas Cage), y un spiderman alternativo que está virtualmente enamorado de la auténtica novia de Spiderman. Pero estamos aquí frente al chico afrodescendiente que es picado por una araña radiactiva y cambia su vida para convertirse en un vigilante.

Para peor este nuevo héroe, Miles Morales (Hailee Steinfeld, pero oficialmente “latino” para América Latina, Emilio Triviño), acompaña brevemente a Peter Parker que muere y deja el lugar para su continuador. Como en el spiderman original, Miles es  desadaptado, pero más controlado. Ya que ha ganado una beca para un colegio en el cual, claramente, se siente ajeno. Solo una chica interesante, hace una invitación que en realidad es para el proceso de aprendizaje de los spider, que rápidamente se presentan confundiendo al muchacho. Proceso que inicia una seguidilla de cambios (especialmente volverse invisible), que se acrecientan por la adolescencia y el cambio acelerado de su cuerpo. Recordando que el spider original es bastante proletario y aproblemado, el nuevo spider de secundaria debe afrontar amenazas de especie jamás imaginadas para él a la vez que sobrevivir a sus estropicios en la escuela.

La lucha contra un jefe criminal, Kingpin (Liev Schreiber), ayudado de una serie de malvados no omite la superposición de mundos ni la reproducción de la lucha del bien y del mal de uno y otro lado de cada universo. También es cierto que el malvado quiere ese portal para reunir a su familia, no por mero afán destructivo. Nuestro spider ayuda en equipo a detener la fusión catastrófica del mundo alternativo que viene a fundir el mundo real.

Buena parte de la película es el proceso de iniciación, problemático ya que las pistas para su maduración son al fin y al cabo las propias de la edad. Sólo podrá ser útil y trabajar en equipo cuando alcance un nivel de confianza que le es esquivo (ganando además el afecto final de su padre, policía). Y en este sentido valen las críticas de su “equipo”. Y anticipada en la guarida de Spiderman en la frase, tan poco de niños, que inicia como epígrafe esta crítica.

Estamos frente a una buena película de cómic en animación 3D, cuyos logros para producir una estética y una alteridad plausible del mundo spider están logradas. La música (el rap, especialmente Post Malone), y el ambiente, convergen adecuadamente en el trabajo de dirección (Peter Ramsey, Robert Persichetti hijo, y Rodney Rothman), logrando dar verosimilitud, dentro de la fantasía, a una película dirigida a los fans del personaje, que encuentran aquí las claves y los respaldos necesarios en la historia para construir a este nuevo personaje. Para aquellos que reconocen las coordenadas del vaporwave esta película es una especie lograda síntesis del movimiento con el universo spiderman (fans-service), mucho más inseguro y adolescente que el resto del mundo de superhéroes.

 

*Esta crítica ha contado con la ayuda de Ignacio Garay Salas, con quien se ha discutido parte de la entrega fílmica.

 

Spider-Man: Un nuevo universo. Dirección: Peter Ramsey, Robert Persichetti hijo,  y Rodney Rothman. Música: Daniel Permberton. Elenco: Hailee Steinfeld, Maershala Ali, Bryan T. Henry, Lily Tomlin,  Luna Lauren Velez,  John Mulaney, Nicolas Cage, y Liev Schreiber. Estados Unidos, 2018.

 

Cristián Garay Vera es el director del magíster en Política Exterior que imparte el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile, casa de estudios de la cual además es profesor titular.

 

Los protagonistas de «Spider-Man: Un nuevo universo» (2018), dirigida por Bob Persichetti, Peter Ramsey, y Rodney Rothman

 

 

 

 

 

 

Tráiler: