«Suicidio perfecto»: Una novela policial en la Grecia corrupta, antes del «default»

Esta obra es el tercer relato que Petros Márkaris dedica a su detective, el teniente Kostas Jaritos, un oficial de la policía ateniense, y quien goza de licencia médica, hasta que en un programa de televisión, el empresario Iásonas Favieros, se suicida en directo…

Por Cristián Uribe Moreno

Publicado el 6.9.2020

Kostas Jaritos. Este nombre etéreo y exótico a oídos hispanoparlantes, quedó grabado en mi cabeza luego de leer una de las tantas reseñas aparecidas  en las páginas del blog unlibroaldia.cl, ULAD. Creación del escritor de origen armenio y nacionalidad griega, Petros Márkaris (1937), nunca me había topado con alguno de sus casos. Hasta que una amiga, impenitente lectora de todo lo que caiga en sus manos, amablemente me facilitó el libro Suicidio perfecto. “Te gustará”, dijo. Y así fue.

Esta obra es el tercer relato que Márkaris dedica a su detective. El teniente Kostas Jaritos, oficial de la policía griega, goza de licencia médica, luego de una operación para extraer una bala. Lejos del servicio activo,  narra, siempre en primera persona, sus impresiones personales del aburrido momento que vive y su deseo de volver a la acción. Hasta que en un programa de televisión, el empresario Iásonas Favieros, se suicida en directo.

Un grupo ultraderechista se adjudica el haber inducido al hombre de negocios a su fatal decisión. Pero al comisario Jaritos algo no le cuadra y pese a su reposo médico comienza a investigar. El enigma a resolver está lanzado y recorremos junto al comisario los distintos caminos que se abren para resolver el caso.

Lo interesante de este detective es su forma de ser. En sus narraciones, Jaritos mezcla amenamente su vida con su trabajo. Su entorno personal lo pueblan su esposa Adrianí, su hija Katherina, el novio Fanis, su jefe Guikas y su nueva ayudante Kula. En ingeniosos diálogos vemos como se relaciona con sus íntimos y con los otros personajes que van apareciendo.

Y mientras recorremos con él distintos escenarios para descubrir qué hay detrás del suicidio del empresario y de otros que se van sumando, vemos un fresco de la Grecia contemporánea, en este caso, de antes de las olimpíadas del 2004 y antes de la crisis financiera de 2009.

Un país que al integrarse económicamente a Europa, vio brotar una clase de empresarios codiciosos, que comenzaron a hacer negocios, enriqueciéndose a través de mano de obra barata, sobretodo extranjera, y creando empresas de papel para eludir impuestos. Hombres que con su actuar comienzan a cambiar la fisonomía del colectivo griego y que Jaritos va esclareciendo con sus agudas y desesperanzadas críticas.

Junto con sus investigaciones aparece lo más entretenido de sus andanzas que son las relaciones personales con su familia y su trabajo. Especialmente con su esposa Adrianí, quien en un comienzo está muy a gusto de tener a su esposo en casa sin el peso del trabajo, pues lo puede controlar y agasajar con platos caseros de comida, su especialidad. Comida mediterránea que también sirve de termómetro del estado de sus relaciones.

Por ejemplo, en su mejor momento, aparecen los platos favoritos de Jaritos, como los tomates rellenos. Por eso, cuando vuelve a sus investigaciones, Adrianí es la primera en resentirlo. Así, los enfrentamientos con su esposa, junto con la vuelta a sus investigaciones, serán el centro de sus preocupaciones. Luego, poco a poco Adrianí irá cediendo, en especial cuando se relacione con su ayudante, Kula, enseñándole, obviamente, a cocinar.

Kostas Jaritos va entrevistando a los involucrados, tratando de entablar una relación cordial para hacerlos hablar, que es su forma de resolver los casos. Sin embargo, cuando se le hace difícil, recurre obviamente, al policía rudo que lleva dentro. Recorre las atiborradas calles atenienses con su auto Mirafiori, una auténtica reliquia, y siempre tratando de eludir los atascos.

El tráfico de autos es un personaje en sí mismo. A la acalorada Atenas, se suma la congestión como fenómeno permanente. Para cualquier lado que se dirija, Jaritos hace el mapa mental de calles y trata de eludir los embotellamientos. Algunas veces lo logra, otras queda detenido en un atasco sin poder hacer nada. Incluso en momentos en que la acción amerita un viaje expedito.

Y de los pasatiempos de Jaritos, uno muy particular: fanático de los diccionarios. Siempre menciona la gran cantidad de diccionarios que posee. Estos le ayudan para aclarar sus pensamientos, ya sea, dando luz a algo que lo inquiete en su vida, ya sea, evidenciando algo que lo preocupa en la investigación. Algunos capítulos se inician con definiciones sacadas de sus diccionarios y las respectivas conclusiones que él obtiene.

Kostas Jaritos es un bastión moral con que Petros Márkaris mide la sociedad griega contemporánea. Con sus virtudes y defectos, los comentarios del comisario lo presentan como una persona con una lucidez que cuestiona el mundo actual, pero capaz de mantener los lazos humanos en una sociedad que ha  perdido la brújula.

Un personaje entrañable y en un peldaño superior, de la pléyade de detectives que tanto nos ha dado la literatura. Lo que queda es una gran novela, grandes personajes y las ganas de seguir leyendo las aventuras del comisario griego.

 

También puedes leer:

—Novela Universidad para asesinos, de Petros Márkaris: El camino menos sospechado.

 

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Cristian Uribe Moreno (Santiago, 1971). Estudió en el Instituto Nacional, licenciado en literatura hispánica y magister en estudios latinoamericanos, ambos grados de la Universidad de Chile, profesor en educación media de lenguaje y comunicación de la Universidad Andrés Bello, aficionado a la literatura y el cine, y poeta ocasional, publicó en 2017 el poemario Versos y yerros.

 

«Suicidio perfecto», de Petros Márkaris (Tusquets Editores, 2012)

 

 

Cristián Uribe Moreno

 

 

Imagen destacada: Petros Márkaris.