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«Synecdoche, New York»: Universos narrativos, simbolismo, enigmas y trascendencias

El largometraje del realizador estadounidense Charlie Kaufman (que data de 2008) es una obra misteriosa y la cual no deja indiferente a nadie. En efecto, y que pese a prescindir de un especial atractivo audiovisual, suela incluírsele entre los grandes filmes con un cierto contenido filosófico de las últimas décadas y hasta de la historia del cine, dice bastante al respecto. Aquí, un ensayo que aborda y resuelve sus significados estéticos y literarios más representativos.

Por Diego Subercaseaux Ugarte

Publicado el 20.2.2018

“Synecdoche, New York” (2008) es la primera película de Charlie Kaufman como director, quien ya presentaba una destacada trayectoria como guionista de largometrajes como “Being John Malkovich” (Spike Jonze, 1999), “Adaptation” (Spike Joze, 2002) y “Eternal Sunshine of the Spotless Mind” (Michel Gondry, 2004). La obra es una potentísima muestra de la brillantez y gran capacidad creadora y de argumentación mediante los recursos propios del arte cinematográfico de Kaufman, lo que se apoya y refuerza con algunas actuaciones sumamente sólidas. “Synecdoche…” presenta, en lo explícito, parte de la vida de Caden Cotard (Philip Seymour Hoffman), un director de teatro que al comienzo de la historia está en crisis matrimonial y poco después su mujer (Catherine Keener) se separa de él, radicándose en Alemania sin avisarle y llevándose a la pequeña hija de ambos. Presentando importantes problemas corporales y psicológicos, Caden gana la beca “genio” de la Fundación MacArtur (MacArthur Genius Grant), y con ese financiamiento comienza la creación y el desarrollo de una gran obra teatral, su gran obra, su gran creación. Intenta re-crear, ficcionar, teatralmente, parte de la ciudad de New York y parte de las vidas de él y de las personas que son parte de su mundo, sus cercanos. Surge así en la película una situación en que coexisten varios universos narrativos que se superponen.

Esta película posibilita varias posibles interpretaciones: Caden está muerto desde el comienzo de la película, y ésta trata acerca de sus recuerdos, sueños y frustraciones; Caden muere en alguna parte de la película; Caden se suicidó; Caden está vivo y muerto a la vez; Caden es una mujer; Caden es mujer y hombre a la vez; Caden era homosexual; interpretaciones respecto a la relación entre Caden, Ellen y Millicent, etcétera. Podría realizarse y desarrollarse un ejercicio, análisis e intento para establecer la interpretación que da más consistencia a la historia total, pero eso siempre será tendencioso, y dependiente y condicionado por un punto de vista particular, y además con eso se desaprovecharían, se dejarían de percibir y de abordar, los elementos más valiosos y cuyo valor trasciende la película.

“Synecdoche…” es una pieza enigmática y que suele no dejar indiferente a quienes la ven y a quienes intentan analizarla. El hecho de que, sin presentar un especial atractivo visual, suela incluírsele entre las grandes películas con cierto contenido filosófico de las últimas décadas e incluso de la historia del cine, es bastante decidor; respecto a este título a veces se dicen expresiones como que es una de las grandes obras del arte cinematográfico; y en ocasiones también se dice que el resultado final es fallido. Pero claramente es una película interesante, apabullante, y compleja. Pueden mencionarse puntos débiles del filme, como la pobreza o escaso atractivo visual, o cierta falta de ritmo, pero para mí eso queda en un rotundo segundo plano al observarla atentamente, valorarla y analizarla.

Desde el comienzo en la película se presentan mensajes que solo es posible entenderlos con el transcurrir de la misma, como por ejemplo el significado de lo que dice el profesor de literatura en la radio al comienzo de la cinta, y bastantes otros. Además, se muestran elementos que no se atienen a la realidad que percibimos cotidianamente. Un ejemplo destacado de lo anterior es el tiempo: en las secuencias iniciales de la película (por ejemplo en el desayuno, con el doctor, en el automóvil)  las fechas que se muestran en pantalla (en el diario, en los adornos navideños, etcétera) no se atienen a la temporalidad que supuestamente transcurre entre un plano y otro o una escena y otra; además, en los diálogos se muestra que el protagonista de la película no tiene una percepción del tiempo lúcida, sino que distorsionada.

El estilo narrativo y expresivo de la obra transita incorporando incrementalmente elementos surrealistas. Es una película cargada de alusiones literarias (como Proust, Kafka, Tennessee Williams, Shakespeare). La película presenta varios símbolos, elementos simbólicos; por ejemplo, el símbolo del fuego, que es el primer símbolo explicito que aparece en la película. El fuego es siempre un símbolo potente y evocador; el fuego arde, transforma en cenizas, en cadáver. Hazel (Samantha Morton), uno de los personajes protagónicos de la película, cuando está evaluando si comprar o no una casa que presenta fuego, llamas, en su interior, dice: “Solo me preocupa morir en el fuego”, a lo que la corredora de la casa en llamas le responde “Es una gran decisión, como uno prefiere morir”. Décadas después, cerca del final de la película, Hazel muere por inhalación de humo en esa casa que se mantuvo con llamas durante la película. Una escena de la película con carácter simbólico: Sammie (Tom Noonan), el actor  que en la obra de teatro creada por Caden interpreta al propio Caden, se suicida durante un ensayo, pero es un suicidio real, en la vida real de la película.

La pieza podría localizarse en el melodrama; la muerte está presente casi constantemente, con la condición hipocondriaca y las disfuncionalidades de Caden y la muerta de varios de los personajes centrales. Los dos matrimonios de Caden que se muestran resultan fallidos, él es hipocondriaco en extremo, paranoico, endeble y con muchas dudas, contrariamente a su esposa Adele, una artista que se muestra resuelta. Esa condición hipocondriaca y otros problemas psicológicos del protagonista es uno de los lei motivs de la trama. Es una persona profundamente perturbada, y que solo en la última escena de la película, escena con una estética sumamente onírica, se acerca a sanearse. Caden muestra una torpeza enorme para desenvolverse en su vida cotidiana, como aceptando que no hubiese otra opción que el colapso, por ejemplo de sus matrimonios.

“Synecdoche…” trata acerca del sentido de la vida y del paso del tiempo, no del tiempo físico sino del tiempo vital en el contexto de la existencia humana y de la desdicha humana, en particular del humano moderno. En ese contexto, uno de los temas centrales que aborda la película es el encuentro con uno mismo, y lo hace usando elementos surrealistas y simbólicos, metáforas, y momentos de estética onírica.  En la película se muestra, con gran originalidad y destreza narrativa, argumental  y expresiva, el interior profundo de Caden.  “Estoy muy cansado y solo”, dice Caden en la última escena de la película. Aquello sirve como muestra de lo exigente, y de cierta manera duro, especialmente en el contexto de la sociedad moderna, del camino y proceso de encontrarse a uno mismo.

 

Philip Seymour Hoffman y Hope Davis en «Synecdoche, New York» (2008)

 

“Nosotros, seres humanos,
retorciéndonos entre
las flores que se abren”.
Kobayashi Issa, poeta japonés

Caden necesitó realizar esa obra teatral, tan enorme y exigente, para aproximarse a encontrarse consigo mismo. Solo al final de la película Caden se aproxima a aquello, y también en esa última parte de la película colapsa la historia hasta ese momento narrada, con el deterioro extremo de la escenografía de la gran obra de Caden, con el desenlace de la unificación de Caden y Helen, y con la muerte de los personajes de la pelicula y la trama. Ese colapso fue necesario para que Caden se encontrara consigo mismo; fue necesario que dejaran de existir, al menos de estar presentes, los personajes que eran parte del mundo en el cual él estaba enfermo, decadente y desdichado. Con eso, la película finaliza alejándose del melodrama.

“Caden, cada uno debe resolver su propia vida”, le dice Hazel a Caden en un momento. En efecto, en estricto rigor cada ser humano, cada persona e individuo, esta irremediablemente solo. Cada quien, y nada más que uno, puede aclarar las propias dudas, enmendar caminos, y tener o no las fuerzas para mejorar o sanear el propio ser y la propia vida.

 

“El silencio eterno de estos espacios infinitos me espanta”.
Blaise Pascal

Adele, la esposa de Caden, al conversar con este en la primera parte de la película acerca de los problemas entre ellos como matrimonio le dice: “Todo el mundo es decepcionante. Cuanto más conoces a alguien…”. La desdicha humana, y como esta se presenta en la película, puede relacionarse con la segunda ley de la termodinámica. Según dicha Ley en cada transformación energética ocurre una pérdida en forma de calor, aumentando la entropía (la entropía es una medida de la energía disipada que ya no está disponible para el trabajo) y reduciéndose así la energía útil aprovechable para efectuar un trabajo; es decir, ocurre un aumento general de la entropía. Puede plantearse, y esto puede percibirse en la película y se explicita en la frase de Adele antes citada, que lo humano, nuestras relaciones y procesos, también muestran una tendencia general hacia la degradación. Pero, como ha recalcado Georgescu-Roegen, el economista y matemático rumano, la ley de la entropía no es determinista, y esa indeterminación entrópica posibilita al ser humano “invertir” la entropía de alta a baja. Aplicado al caso de la existencia humana y del devenir de nuestras relaciones y procesos, tal indeterminación entrópica posibilita manejar la tendencia degradante de aquello y buscar revertirla.

Un elemento central en la narración e historia de la película, es la gran obra teatral que crea Caden. La obra trata el tema de la ontología del ser humano; es acerca de la vida humana en sociedad, y se desarrolla en el transcurso de varias décadas, con un devenir incierto que solo va develándose momento a momento. La obra se va autoconstruyendo paulatinamente, lo que en parte deriva de que Caden comienza el proyecto sin claridad respecto al mismo, similarmente a la historia de vida de cada ser humano. “Necesitamos descubrir realmente la esencia de cada ser”, dice Caden al intentar explicar su idea de obra al equipo de la misma, y durante la creación de la obra dice: “Hay casi trece millones de personas en el mundo…Y ninguna de esas personas es un extra. Todas son protagonistas de sus propias vidas”. La obra es un laberinto creado por Caden y en el cual él mismo se inserta, peligrosamente. En la pieza Caden construye una representación de su mundo, el mundo propio y particular de él. Y construye una representación radicalmente precisa y fidedigna.

 

Philip Seymour Hoffman, Tom Noonan y Michelle Williams en «Synecdoche, New York (2008)»

 

“Giras y rodeas tu propio laberinto”.
David Preiss, poeta chileno

El recurso expresivo y narrativo principal en la película, y uno de los principales conceptos filosóficos, es el espejo. La metaficción en el cine, propia del metacine en el que el o los personaje(s) vislumbra(n) una segunda ficción, puede considerarse o entenderse como  una obra y ficción que muestra al espectador como funciona una ficción. Aquello ocurre y se lleva al extremo en “Synecdoche, New York”, y sin la mediación de algún aparato o interfaz tecnológico (como la pantalla en “Videodrome”, la película de David Cronenberg de los años 80’), sino que presencialmente, lo que resulta de alta significancia. En el metacine y la metaficción coexisten varios universos narrativos, que se superponen como capas narrativas. Cuando esos universos narrativos no solo coexisten y se superponen, sino que además interactúan, la obra cinematográfica adquiere considerable mayor complejidad. Esto ocurre en “Synecdoche…”, en la que los universos narrativos y las ficciones ocurren prácticamente de manera simultánea, y los personajes de unas y otras conversan en un diálogo e interacción efectiva, es decir afectándose mutuamente.

Varios de los personajes de la película, con la realización de la obra teatral que crea Caden, se insertan en una situación sumamente interesante en lo epistemológico y hermenéutico: ellos, como agentes cognitivos y sujetos, y así también como observadores, observan e interactúan con otros sujetos que están representándolos a ellos mismos de manera presencial (no tras una pantalla) y a personas cercanas a ellos y sus vidas (amigos, colegas, novios, etc.). El fenómeno de la interacción sujeto-objeto ha sido un asunto de alto interés y complejidad para bastantes e importantes estudiosos y escuelas de pensamiento, como por ejemplo el constructivismo, y ciertamente es clave en el devenir humano y no solo humano.

Parte de los objetos del entorno de un sujeto son otros sujetos; cuando estos son representaciones del mismo sujeto focal en cuestión y de sus cercanos, la situación adquiere una connotación especial; cuando el sujeto focal en cuestión observa esas representaciones de él mismo y de sus cercanos de manera presencial, más aun; y cuando ocurre una interacción efectiva entre el sujeto focal referido y esas representaciones de él mismo y de sus cercanos, en el sentido de afectarse mutuamente en lo conductual, anímico, y emocional, y alterar así el devenir de ambos, la situación y fenómeno total adquiere una connotación y complejidad sumamente especial, y para el observador de aquella situación se constituye como un ejercicio profunda y potentemente informativo de la Naturaleza y esencia de la relación sujeto-objeto y del comportamiento y la psique humana. Aquel ejercicio informativo y enfatizador es lo que experimenta el espectador de “Synecdoche…”.

Especialmente interesante es lo que ocurre con Sammie, que representando a Caden en la obra teatral que este último dirige, parece algo así como su conciencia, una conciencia que nos muestra más acerca del interior de Caden que lo que el propio Caden exterioriza y así muestra. El efecto mutuo entre el sujeto focal y las representaciones de él mismo y de sus cercanos antes referido que ocurre en la película, es una enfatización de un atributo clave de la cognición: conocedor y conocido, sujeto y objeto, se determinan el uno al otro y surgen simultáneamente, tal como y han planteado algunos filósofos y expertos en ciencias cognitivas. La película permite también mostrar y enfatizar que la cognición es experiencial; tal como el Dasein de Heidegger, el «ser-ahí», que destaca la praxis como la forma primordial en la que el hombre accede al mundo, desplegándose durante la historia experiencial, fácticamente; o la aproximación cognitiva del biólogo chileno Varela, quien plantea una reciprocidad histórica y codefinición entre agente cognitivo y entorno, y que la vida y actividad y procesos mentales surgen desde la enacción.

La película muestra y utiliza cierta recursividad ontológica, con respecto al ser humano y con respecto a Caden, lo cual se relaciona con el concepto y el recurso narrativo del espejo. Aquello respecto a Caden puede percibirse al considerar la película como un todo. La película, al aproximarse al final, va cerrando figuras simbólicas, reflexiones e historias, con lo que se consolida no solo esa recursividad ontológica, sino que también su circularidad narrativa (como película) y organizativa (como sistema). Un personaje importante respecto a esto es Ellen (Dianne Wiest), una mujer que trabaja en la limpieza del departamento de Adele, cuya identidad toma Caden en la película (se hace pasar por ella): este posteriormente audiciona el personaje de Ellen para la obra teatral, y después la actriz que representa a Ellen en dicha obra pasa a representar a Caden ahí. Es decir, Caden comienza a reemplazar a Ellen en la trama de la película y en la obra teatral Ellen comienza a personificar a Caden y Caden a Ellen.

En la última escena de la película esta sobreposición entre Caden y Ellen se profundiza y radicaliza al extremo: los recuerdos de Ellen se hacen de Caden y viceversa; se muestra la imagen de Ellen mientras la voz en off que le habla a Caden (la voz de Ellen, de Millicent, quizás de Caden en femenino) se refiere al retrato de Caden; y esa voz en off y el propio Caden expresan explícitamente que este es Ellen. “Todos son todos. Así que tú eres Adele, Hazel, Claire, Olive. Eres Ellen. Todas sus pequeñas tristezas son tuyas. Toda su soledad. Su cabello gris y pajoso. Sus manos rojas y toscas son tuyas. Es momento de que entiendas esto”. Le dice la voz en off en esa última escena. Esa consolidación de la unificación de Caden y Helen en la última parte de la película, y especialmente en la última escena, muestra la recursividad ontológica y la circularidad narrativa en el personaje protagónico y central de la historia.

La sinécdoque es una figura literaria que consiste en designar al todo haciendo referencia a una parte o viceversa, lo que se condice con historias, subhistorias y relaciones en la película. «Synecdoche…” es  una potente muestra de cómo el arte puede desenmascarar a la vida. Por la circularidad narrativa, la ambigüedad temporal, las metáforas y símbolos, las variaciones en el ritmo e intensidad narrativas e informativas (por ejemplo, la última parte de la película muestra una cantidad de información y de claves explicativas e interpretativas sumamente altas) y la posibilidad de variadas interpretaciones, es que el largometraje se asemeja a un poema.

Como ocurre frecuentemente con las grandes obras, ya sean filosóficas, artísticas, e inclusive científicas, en la película se presentan tanto o más temas y cuestionamientos que respuestas. En efecto, “Synecdoche, New York” más que presentar planteamientos, conceptualizaciones o reflexiones acabadas, cabalmente desarrolladas, presenta, o más bien insinúa o transmite, cuestionamientos y preguntas de alta profundidad y trascendencia existencial, como por ejemplo: ¿Qué y quiénes somos y para qué estamos aquí?

 

Philip Seymour Hoffman y Catherine Keener en «Synecdoche, New York (2008)»

 

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