El ensayo crítico que el escritor y periodista chileno postula en torno al corpus novelístico más ambicioso concebido por el narrador español hasta la fecha, y el cual lo ha transformado en un imprescindible a nivel mundial del arte de las palabras en nuestra lengua, tanto de cara al Premio Nobel, como de los mayores galardones que se entregan a los cultores de la disciplina.
Por Nicolás Poblete Pardo
Publicado el 5.1.2019
Tu rostro mañana es la monumental trilogía de Javier Marías (Madrid, 1951) que ahora se puede encontrar en un solo (incómodo) tomo de 1340 páginas. Fiebre y lanza, Baile y sueño, y Veneno y sombra y adiós, novelas publicadas entre el 2002 y el 2007 forman lo que es, sin duda, la obra maestra de Javier Marías, una entrega de tal calibre, que el mismo autor pensó que no escribiría más, cosa que por fortuna no ocurrió, pues cuatro años después retornó a las pistas con la espectacular Los enamoramientos. Después de ésta publicó Así empieza lo malo (2014).
Tu rostro mañana contiene todas las preocupaciones que hemos visto en sus novelas previas, pero en ésta Marías se entrega de lleno a un extraviado recuento histórico, acompañado de las dos figuras centrales de la novela: su mentor y su padre, ambos bastiones ancianos que relatan sus fantásticas y sufridas vidas que han sido parte activa de los eventos más terribles del último siglo (Primera y Segunda Guerras Mundiales; la Guerra Civil Española). El protagonista es Jack o Jacobo o Jacques o Jaime o Yago, y circula en dos espacios: Inglaterra y España (Londres, Oxford y Madrid). En ambos lugares hay un ‘padre’; en Madrid el viejo padre en visible estado de deterioro; en Inglaterra el profesor retirado, Peter Wheeler, erudito hispanista, también relator en sus últimos días, aunque eso no lo sabemos hasta casi el final de la novela. A través de ambos personajes, Jack va hilvanando una vida afectiva, a la vez que histórica, con el estilo típico de Marías que divaga maravillosamente por cuanto tema se le cruza, revelando, con una conciencia altamente literaria y lingüística, profundas observaciones en torno a la condición humana, sin dejar de lado la noción de novela, con personajes definidos, y un conflicto narrativo armado a partir de una trama que incluso llega a utilizar giros de la novela detectivesca.
La magnitud de la novela da pie para hacer un vasto recorrido sobre puntos clave de la guerra civil española y también de la segunda guerra mundial. Uno de los secretos que anudan esta trama deriva de la esposa muerta de Peter Wheeler; a través de ella, nos enteramos de la infinidad de clasificaciones étnicas que manejaban los nazis (muchas más de las que se conocen corrientemente), y del funesto destino que habrían de sufrir distintas categorías de judíos. También la esposa del padre de Jack ha muerto. Así, ambos ancianos han sobrevivido a sus mujeres y, de hecho, gran parte de sus relatos surgen de la dificultad de vivir sin ellas y de la influencia que aún ejercen en ellos, ahora desde el más allá, como fantasmas que penan. Entre las diversas crónicas escuchamos espeluznantes descripciones, como el modo en que, con gran sadismo, torean a un detenido antes de ultimarlo y cortar su oreja; otro recuerdo saca a colación una escena en la que un soldado saca de su cuna a una guagua para luego arrojarla contra una pared… evocaciones dolorosas que conducen a la recurrente conclusión: “Calla, y entonces, sálvate”.
El relato y la “Historia” van de la mano en Tu rostro mañana y Marías nos trae de vuelta el momento de narración, que es el momento actual, moderno, que lo halla separándose de su mujer en Madrid y huyendo a Londres. La separación de su mujer y de sus dos hijos es observada desde la perspectiva de padre con un sentido de la responsabilidad, pero Jack es censor al describir la situación de los niños en nuestra modernidad. Sus críticas para con la alienación de la tecnología, así como de la situación de la mujer golpeada en España, no pasan de largo en su repaso. Sin ir más lejos, su misma esposa es víctima de un ‘pintor’ (en realidad, copista) que la maltrata, y gran parte del desenlace se relaciona con la necesidad de Jack de darle una lección a este cobarde y asqueroso hombre, cosa que consigue, para proponer una relación más relajada, menos convencional, con su ex mujer.
En las 1340 páginas de Tu rostro mañana hay espacio para muchas reflexiones, observaciones, especulaciones en torno a la vida, la política, la naturaleza humana, y Marías se explaya a través de ellas para hablar sobre la voluntad ajena, la confianza, la cobardía, la valentía, la traición, la risa. En su arqueo hay lugar para repasar sub-historias mundiales (hasta Pinochet se cuela en sus páginas), para llamar la atención sobre lo peligroso del “careless talk”, esa conversación descuidada que se dispara en momentos bélicos, y que la novela muestra en imágenes con una serie de ilustraciones propagandísticas que se usaban durante la guerra para representar ese peligro, y que, en varias ocasiones, hace que el narrador se pregunte por la necesidad o, más bien, sobre la futilidad, incluso la peligrosidad de hablar. La reiteración la vemos una y otra vez, y el mensaje parece claro: “Callar, callar”.
Sin embargo, el diálogo interno perdura: el narrador nos pasea no solo por hechos históricos, sino que por sus referencias literarias, por Marlowe, Shakespeare, Milton, Dickens, con referencias en inglés, en español, y en las posibles traducciones de estos autores. Gran parte de sus cavilaciones se originan en la inquietud del traductor quien, como el mismo Marías (conocido traductor de Tristram Shandy, novela de Laurence Sterne), visualiza palabras, posibilidades de traducción, expresiones y giros lingüísticos como verdaderos personajes. Como en novelas anteriores (marcadamente Corazón tan blanco), la voz narrativa se muestra fascinada con las posibilidades e imposibilidades del lenguaje; la lengua es vista con microscopio y la voz dedica gran atención a las palabras, a partir de discusiones en torno a dicciones, a puntos de vista, percepciones idiosincráticas, etcétera. Los debates internos que la voz tiene revelan una alucinante sabiduría y preocupación en torno a locuciones, usos, a los alcances de uno y otro léxico, y a la infinidad de matices en un mismo vocablo. Así, aunque la novela nos hable de la violencia y de la necesidad de estudiar la historia, la narración nunca pierde de vista las palabras que empleamos o mal-utilizamos para relatarla.
Tal como Jack se posiciona frente a la ventana vecina para espiar a su vecino que baila, a veces solo, a veces acompañado de dos mujeres, como un verdadero voyeur, así mismo se dedica a inspeccionar las palabras a su alcance. Por ejemplo, una prolongada escena contra el desagradable De la Garza, que incluye un vejamen en la taza de un wáter de discapacitados, da pie a una disquisición sobre las espadas, su historia, usos, simbolismo, por más de cien páginas. Y, sin embargo, esta narración tiene un marco muy definido: ambos ‘padres’ muestran su ternura (“hablar de historia anima a los viejos”) y mueren hacia el final. Wheeler, ese emblema, esa brújula histórica, que ha atestiguado más de 90 años de historia europea, y el padre biológico, también un currículo fidedigno y legendario, dejan un espacio vacante (que recomienda silencio) para lo que se habrá de construir, pues “la memoria es un dedo tembloroso” y la sorpresa es siempre renovada: “¿Cómo puedo no conocer hoy tu rostro mañana, el que ya está o se fragua bajo la cara que enseñas o bajo la careta que llevas, y que me mostrarás tan sólo cuando no lo espere?”, nos dice el narrador.
Y, en otro momento, Sir Peter Wheeler, el entrañable profesor hispanista, referencia intelectual y verdadero amigo, le cuenta partes de su historia a Jacobo, a modo de enseñanza y, en realidad, epílogo representativo de su prolongada conversación: “… lo que se planteó o se propuso ese grupo fue justamente averiguar de qué serían capaces los individuos con independencia de sus circunstancias y conocer hoy sus rostros mañana, por así decir: saber ya desde ahora cómo serían en el mañana esos rostros; y averiguar… si una vida decorosa lo habría sido de todas formas o lo era sólo de prestado, es decir, porque no se había presentado ninguna oportunidad de ensuciarla…”.
Nicolás Poblete Pardo es escritor, periodista y PhD en literatura hispanoamericana por la Washington University in St. Louis, Estados Unidos. En la actualidad ejerce como profesor titular de la Universidad Chileno-Británica de Cultura, y su última novela publicada es Concepciones (Editorial Furtiva, Santiago, 2017). Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.
Crédito de la imagen destacada: Javier Marías, por El País (https://elpais.com/).