Basada en hechos reales, la película –actualmente en la cartelera española– nos muestra el drama de Franz Jägerstätter, un hombre cuyos principios le impidieron servir al totalitarismo nazi-alemán. Así, el realizador estadounidense nos sumerge en su dura historia como ejemplo del valor personal frente a las barbaries políticas y a la vez nos invita a reflexionar sobre las prioridades personales. Del reparto cabe destacar el trabajo de August Diehl, quien está espléndido interpretando a Franz, Valerie Pachner, que encarna con brillantez a su esposa Franziska, y la aparición del mítico Bruno Ganz como el juez Lueben.
Por Jordi Mat Amorós i Navarro
Publicado el 11.2.2020
«La conciencia es la brújula humana».
Vincent Van Gogh
«La primera justicia es la conciencia».
Víctor Hugo
Preliminar
Para aquellos lectores que no hayan visto esta película y quieran hacerlo: quizás sea mejor leer este artículo tras su visionado dado que en él se explican detalles esenciales de su argumento (incluido el final).
Natural-Mente
Malick es un maestro en el arte de captar la belleza y armonía de la Naturaleza, la grandiosidad del paisaje, la fuerza del agua o el viento, los verdes de la vegetación o los azules del cielo, la luz solar… La Naturaleza es honrada por su mirar, por su sentir del que participamos al visionar sus obras que estimulan nuestra sensibilidad.
Y del mismo modo el director sirio-estadounidense sabe captar la naturaleza humana, en sus películas desnuda la verdad de los protagonistas y los claroscuros que les definen. Para ello a menudo utiliza el recurso de la voz en off, ellos se hablan y nos hablan con la voz interior de su mente ligada al sentir más profundo del corazón.
Las suyas son obras de ritmo pausado que desafían la vorágine de nuestro tiempo, obras para degustar con calma, para vivenciar a flor de piel; obras que deslumbran tal y como la omnipresente luz solar que él resalta.
En una entrevista para la revista Fotogramas August Diehl nos habla sobre Malick: “filma con la cámara muy cerca de ti, sólo con luz natural y tomas larguísimas. Esta forma de rodar hace que estés siempre en cámara, con lo que te sumerges por completo en la historia. Vives en la película”. Ese hacer vivir, ese llevar a los actores a sumergirse en los personajes le confiere gran autenticidad a sus obras. Así es, así se nos ofrece Vida oculta.
De amor y odio
Franz y Franziska (Fani) viven en armonía en su casa en plenos Alpes austríacos, en armonía con la Naturaleza que les rodea y con las gentes de su pequeña comunidad. La pareja se ama y es feliz compartiendo el día a día con sus pequeñas hijas, están en paz consigo mismos y con todos los demás. Son una familia de vida simple, auténtica; una familia que lo comparte todo, una familia que encarna el amor pleno.
Pero todo cambia cuando los alemanes dominan el país —Malick escoge como símbolo del cambio el inusual sonido de aviones sobrevolando ese lugar tan recóndito— el odio empezará a surgir en esa comunidad antes pacífica. Franz es un hombre de profundas creencias religiosas y no se doblega como los demás ante la radicalidad nazi. Por su convicción pacifista él y su familia serán señalados y paulatinamente apartados de la comunidad como si fueran apestados. En poco pasan de ser queridos a ser odiados, de recibir abrazos a recibir empujones. Muy triste la radicalidad de los ismos –no sólo el nazismo– que fomentan odios, que crean miedos, que generan cobardes capaces de transformarse en sombras de sí mismos con tal de no ser señalados/acusados por la obediente masa amparada en la falsa verdad/paz del sistema. Sistemas de odios, ismos oscuros que son la antítesis del amor verdadero que siempre es luz que lo abraza todo.
Los principios, la conciencia
Franz es un hombre de principios éticos. Para él resulta imposible jurar lealtad al nazismo de Hitler, entregarse a un hombre que encarna la antítesis de lo que él cree. No acepta servirle ni dejando las armas, así aunque su abogado logra que lo destinen a servicios hospitalarios él se niega a firmar su sumisión. Sufre él en prisión y sufre su esposa que junto a la hermana que convive con ellos tiene que tirar adelante el día a día familiar: las duras tareas del campo, las labores del hogar y la crianza de las niñas. Y además el sufrimiento añadido del ninguneo de casi todos los vecinos. Dura la reclusión en prisión de Franz, pero también dura la situación de Fani.
Fani, una mujer que acepta la decisión de su hombre hasta las últimas consecuencias. Lo acepta por amor, porque amar es dar libertad. En una de las mejores escenas del filme la vemos visitando a Franz tras ser condenado a muerte con la esperanza de que acceda a firmar su lealtad al führer para salvarse/salvarlos; se miran los dos cogidos de la mano, ella le dice: “te amo, hagas lo que hagas estoy contigo, siempre”, él tembloroso y roto sentencia: “haré lo que es correcto”. Y las imágenes del hogar, las hijas, Fani y de nuevo la visión de la cárcel donde ella lo besa con pasión consciente de lo que significa su “lo correcto”, el beso del amor que provoca la inmediata reacción de los soldados presentes. Prohibido amar.
Es el fin, Fani siente la rabia e impotencia ya en casa arañando la amada tierra y pateando el cercado de la finca entiendo como imagen de la separación en la que se ve obligada a “vivir”. Por su parte Franz siente la añoranza en el patio de la prisión observando el cielo, un árbol vecino y la hierba en los rincones; todo como evocación de la naturaleza de su tierra, de su hogar. Con la frente apoyada en el muro carcelario —otra imagen de la separación— él rememora a sus hijas, su esposa, su casa, su tierra… todo lo que ama y va a dejar por sus convicciones.
Esa es la reflexión implícita en la obra, ¿es legítimo o tiene derecho a “sacrificarlo” todo por su conciencia?, ¿es amor anteponer la propia conciencia al amor a/de los tuyos?, ¿es justo para las niñas perder a su padre?, ¿qué hubiera ocurrido si ellas fueran mayores y pudieran opinar? Sabemos que Fani acepta –lo hace por amor extremo, algo al que muy pocos llegan– pero ellas probablemente no hubieran aceptado. ¿No es Franz en el fondo un egoísta? Es duro decirlo pero entiendo que sí, con su decisión él se convierte en héroe anónimo –aunque no sea su intención– y a la vez en un hombre que antepone lo suyo a lo de las suyas generando un gran vacío en todas ellas. Queda claro en la carta de despedida a Fani en la que le habla de que se reencontrarán, que la espera… pero ella y sus hijas le hubieran necesitado ahora y aquí con la esperanza de que la situación cambiara (como en realidad sucedió al caer el nazismo de Hitler).
En el largo proceso que va desde su reclusión a su ejecución, Franz conversa con varias personas que intentan hacerle ver las consecuencias de su decisión. Uno es el juez Lueben –un buen hombre apresado en un mal sistema– quien antes de dictar sentencia de muerte habla con él a solas con franca preocupación; viendo a Franz se ve a sí mismo, viendo su actitud heroica íntegra ve su cobardía cómplice con el sistema.
¿Ser cómplice o ser íntegro? Siguen los interrogantes que plantea esta historia. ¿Es la misma complicidad la de un juez que dicta sentencias de muerte en juicios injustos a inocentes como Franz, a la de este que no va a mancharse al firmar su supuesta lealtad al régimen? Entiendo que no, para nada es lo mismo servir en un hospital que ordenar ejecuciones. Pero a pesar de ello y más allá del vacío que Franz genera en su entorno cercano, él en su integridad es un ejemplo de heroicidad para todos.
Vidas ocultas
¡Cuántas vidas, cuántas personas a lo largo de la historia de la humanidad han defendido un Mundo mejor! Personas íntegras que han creído en un Mundo de convivencia, en un Mundo más justo. Muchas de ellas han sido/son anónimas o casi olvidadas como ocurre con Franz. Parecería que su “sacrificio” o “lucha” ha sido en vano pero en mi opinión algo o mucho de lo hecho queda. Son vidas heroicas que han abierto caminos, que han creado nuevas bases. Su ejemplo está allí para quien quiera ver, para quien quiera inspirarse, para quien necesite renovar fuerzas para seguir transitando en el Mundo, “a pesar de” tanto dolor e injusticia.
Así parece entenderlo Malick quien al final de la película cita a George Eliot: “El progreso del Mundo depende en parte de actos ahistóricos, que las cosas no estén tan mal para todos como podrían haber estado, se debe en parte gracias a aquellos que vivieron conscientemente una vida oculta y que descansan en tumbas que nadie visita”.
Quizás a la vista de muchos hechos que hoy en día acontecen en el Mundo pueda parecer que las cosas están mal o muy mal, que la humanidad no tiene solución; pero a pesar de la multitud de problemas que nos amenazan, a pesar del resurgir de ideas radicales que parecían superadas, a pesar de tanta alocada destrucción simultáneamente por fortuna cada vez hay más Franz Jägerstätter que se dicen y dicen desde la conciencia: ¡basta! Personas que se implican, que se arremangan, que abren los puños alargando sus manos para reconstruir.
Jordi Mat Amorós i Navarro es pedagogo terapeuta por la Universitat de Barcelona, España, además de zahorí, poeta, y redactor permanente del Diario Cine y Literatura.
Tráiler:
Imagen destacada: Una vida oculta (2019), de Terrence Malick.