Esta película dirigida por Stephen Chbosky (de 2017), con guión de Steve Conrad y de Jack Thorne (basado a su vez en la novela «La lección de August», de Raquel J. Palacio) trata de la vida de Auggie, un niño de 10 años que sufre deformidad facial (el síndrome de Treacher Collins). Se encuentra muy bien interpretada por Jacob Tremblay en el papel de Auggie, al que acompañan grandes actores como Julia Roberts, quien encarna a Isabel, la madre del menor, Mandy Patinkin, que es el director de la escuela y Sonia Braga, como la abuela. Y otros intérpretes que están más que correctos en sus personajes: Nate, el padre (Owen Wilson), Olivia, la hermana (Izabela Vidovic, genial), Jack, el amigo (Noah Jupe, genial también), y Summer, la fiel amiga (Millie Davis).
Por Jordi Mat Amorós i Navarro
Publicado el 21.8.2018
El filme habla de la enfermedad de Auggie, en especial de como le afecta a él y a los suyos. También nos muestra la importancia de los padres (sobre todo la madre) y del ambiente familiar en el desarrollo de toda niña o niño, del amor y los inevitables celos entre hermanos o amigos, de los prejuicios y el rechazo social a la enfermedad-diferencia, de la verdadera amistad, de la necesaria educación en humanidad y valores en el ámbito escolar…
Por todo ello, en mi opinión, es una película muy recomendable para entender el valor de vivir desde el amor.
«La grandeza no radica en ser fuerte, sino en el uso adecuado de la fuerza. Una persona es más grande cuantos más corazones eleva la fuerza de atracción de su propio corazón».
Catharine Beecher (citado en el film)
Enfermedad y amor
La enfermedad crónica (como el accidente grave) es un agente de la verdad, cuando aparece en nuestra vida o en la de los nuestros nos pone a prueba. Puede fortalecer una relación o puede truncarla; en muchas ocasiones la enfermedad eleva el amor de los que la sufren y de los que le acompañan (que también son a su modo pacientes), este es el caso que nos ocupa. Auggie refuerza el amor entre sus padres, lo hace crecer aún más, Isabel y Nate se quieren un montón y se desviven por su hijo (también lo hacen por su hija mayor Olivia, aunque no pueden evitar abocarse más en él) Ese amor de pareja es la base del calor de hogar que se respira en la casa de la familia y que hace que la mejor amiga de Olivia con padres divorciados e infelices los considere su auténtica familia. Y ese amor es el que cala hondo en los hijos haciéndolos ricos en lo más importante que hay según mi entender: ricos en humanidad.
Enfermedad y prejuicios sociales
Desafortunadamente aún hoy en día ciertas enfermedades son consideradas por demasiada gente como estigma. Es el caso de deformidades (como el expuesto en la película), sida, retrasos psíquicos, trastornos psiquiátricos… Hay gentes que se apartan de los enfermos como si esas personas estuvieran apestadas y fueran a contagiarles lo que no se contagia… y otros incluso se mofan. Triste, muy triste forma de ser y “vivir”. Entiendo que estas gentes están más enfermas que los supuestos enfermos; estas personas estan enfermas de corazón, son incapaces de vivenciar: no quieren, no pueden o no saben ponerse en la piel de nadie que no sea ellos mismos (si es que llegan a hacerlo, a menudo ni eso). Y esto es lo más triste que hay, no es vida ni para ellas ni para ninguna otra persona con la que se relacionan.
En la película este hecho se refleja en la actitud evasiva inicial de la mayoría de los compañeros de escuela; actitud que irá cambiando gracias a la nobleza de Auggie que sabe estar y consigue hacer dos grandes amigos: Jack y Summer. También gracias al buen oficio del director del centro y su equipo de profesores; y a los sabios consejos de Isabel, Nate y Olivia.
Vemos como muchas niñas y niños se burlan de Auggie (incluso Jack lo hace para no perder prestigio entre los otros chicos fingiendo no ser su amigo y burlándose de su aspecto), vemos como los padres de un niño que lo acosa contínuamente se ofenden y deciden dejar la escuela porque el director manda a casa a su hijo unos días… Y eso es poco con lo que sufren y han sufrido tantas personas etiquetadas como enfermas y rechazadas incluso por su propia pareja o familia. No todos tienen la suerte que tiene Auggie, él es afortunado por vivir rodeado de amor.
Enfocar la enfermedad
La enfermedad (al igual que toda “desgracia” ya sea accidente, pérdida de un ser querido, pérdida de trabajo, pérdida de estatus…) puede tratarse como enemigo que nos ataca y que hay que vencer sin más o entenderla como oportunidad de mejora personal. Evidentemente nadie queremos pasar por malas experiencias, sin embargo suceden; y nuestra actitud sobre aquello que nos ocurre es determinante para poder superar y transmutar las situaciones difíciles. A mi entender, luchar es preferible a dejarse vencer o arrastrar por el dolor-impotencia-negatividad; pero una vez se sale del pozo lo mejor es dejar de bregar e intentar ver y vivir las cosas de otra manera apoyándose en la mayor perspectiva que suele aportarnos la vivencia de la enfermedad o trauma.
En la película Isabel y Nate con la ayuda de Olivia hacen todo lo que tienen que hacer para mejorar la salud de Auggie; le operan en múltiples ocasiones y le protegen del contacto exterior con otros niños a sabiendas de la dificultad que supone para tantos niños y familias aceptar, respetar y entender la enfermedad que sufre el chaval. Esa es la lucha de los tres que los une y que, como ya se ha comentado, les fortalece en amor; ese crecimiento es lo aprendido (consciente e inconscientemente) en la dura experiencia de la enfermedad. Y gracias a ese mayor amor se vuelven todos más auténticos, más receptivos a lo que ocurre, más intuitivos, más libres, más sabios… pudiendo ayudar mejor a Auggie en su proceso de aceptación personal y adaptación escolar-social. Isabel, Nate y Olivia le acompañan en su primer día de escuela y cada uno habla con él dándole buenos consejos de apoyo; son una familia unida con libertad.
Además esa mayor autenticidad lograda por padres e hijos, esa mejor capacidad de saber estar, les posibilita a cada uno poder vivir mejor sus propias vidas más allá del ámbito familiar.
Ser madre, ser padre
El film refleja con gran naturalidad lo que son una madre y un padre de verdad. Para ambos su hijo enfermo y su hija mayor son muy importantes, los viven con intensidad, lloran y rien con ellos, los conocen y saben que les ocurre aún sin palabras, se emocionan con sus éxitos, sufren sus contratiempos, son respetuosos con la forma de ser de cada uno… Su amor de pareja se expande y aumenta gracias a su amor por ellos; y eso, a mi entender, es lo mejor que se puede experimentar en esta vida.
No es fácil vivir una enfermedad como la de Auggie. El chico lo pasa mal, Olivia también (no puede evitar sentir celos por la descompensación en la dedicación de sus padres que priorizan siempre a su hermano, afortunadamente Miranda y la abuela mientras vivió la compensan en cierta forma) No es fácil y aún así salen adelante, y fundamentalmente por sus propios medios; además encuentran ayudas en los momentos cruciales como cuando Auggie inicia su escolaridad y gracias al director, que es persona de gran humanidad, el proceso de integración culmina con éxito. Personalmente, soy de los que opinan que suele cumplirse lo de “según eres-estás encuentras”.
La verdadera amistad
En la película se trata también de la importancia y el valor de la amistad en la infancia y en la adolescencia. Vemos la estrecha relación de Olivia con Miranda cuyos padres están separados y que vive con su madre, una mujer con muchísimos problemas. Para Miranda la familia de su amiga es como su familia, así en unos campamentos llega a adoptar la personalidad de Olivia. Este hecho hace que Miranda (avergonzada) eluda a su amiga; cuando se aclara todo, se soluciona fácil porque la verdadera amistad puede superar esto y mucho más.
Auggie consigue hacerse amigo de Jack y ambos son muy felices compartiendo sus juegos, sus vidas. Cuando Jack habla de Auggie con sus colegas de clase negando su amistad y burlándose, nuestro protagonista lo oye sin ser visto, se siente fatal y no quiere saber más de él. En ese momento aparece Summer que aunque sea niña (en esa edad se tiende a preferir la amistad íntima con los del mismo sexo) se convierte en su gran amiga. Jack sigue queriendo recuperar a Auggie al que considera su mejor amigo y cuando entiende lo que ocurre le pide perdón; este le perdona y vuelven a ser los inseparables amigos de antes, ahora junto con Summer.
Por muy buena relación que se tenga con la madre, el padre, los hermanos, los abuelos… los amigos son necesarios. Los amigos son algo muy especial, con ellos se establece una complicidad de igual a igual y se comparten secretos íntimos. Los amigos para un niño de la edad de Auggie o para una adolescente como Olivia son “lo más” que puede haber.
Educar personas desde la escuela
La escuela es lugar de formación en conocimientos y en humanidad. La maestra, el maestro que siente el arte de enseñar distingue la forma de ser diferente de cada alumno y busca la manera de acompañarle en su proceso de formación. Pero parece que hoy en día los planes de estudios no están por la labor. Se tiende a priorizar los conocimientos de las asignaturas «útiles» para el mundo productivo y suelen arrinconarse las humanidades, las artes… De alguna manera se pretende formatear ciudadanos adaptadatos-adaptables al sistema (casi como máquinas) en vez de formar individuos con conciencia de sí mismos y conciencia social amplia.
En las escuelas, demasiados «profesionales» de la educación son meros funcionarios sin vocación. Y en todo oficio, pero sobretodo en educación y salud, es necesario vivir lo que se hace desde el corazón, sintiéndolo de verdad y entregándose dando lo mejor de una o uno mismo.
Cualquier chica o chico necesita ser valorado y comprendido. La familia es la base de la formación de la personalidad de los chavales; pero la escuela también es importantísima, es su primer contacto con la sociedad, es la primera etapa en su camino de adaptación al entorno más allá del círculo familiar. De ahí que se requiera gran dedicación por parte de los equipos educativos de los centros para tratar lo mejor posible a cada una o cada uno, junto con el apoyo por parte de las instituciones a su importantísima labor en todos los aspectos y a la valoración de la sociedad en general por tan esencial tarea.
Por fortuna, Auggie tiene una familia guay que saben escoger una buena escuela, una escuela bastante ejemplar. Ojalá esto fuera lo común en nuestra sociedad (familias que entienden a los suyos y escuelas que educan en valores); así seriamos personas que se conocen mejor y se quieren de verdad, personas que se respetan a sí mismos y respetan a los demás, personas que vivencian la vida propia y la de los que quieren, personas que piensan por sí mismas, personas que se expresan auténticamente como individuos únicos, personas que crean desde su diferencia por puro placer… Seríamos realmente los seres humanos con mayúsculas que esta Tierra necesita.
Agradezco las sugerencias de “mi” mujer Paula que tanto han enriquecido este artículo.
Jordi Mat Amorós i Navarro es pedagogo terapeuta por la Universitat de Barcelona, España, además de zahorí y poeta.
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